Celo

Aprovechar toda ocasión para evangelizar, incluso también la conversación. Cada vez la gente lleva más ganas de hablar de lo que yace en el fondo de su alma: el tema religioso. La gente se aburre con el placer y bienestar. Busca lo trascendente. “Ay de mí, si no evangelizare”.

La palabra celo significa: estar caliente, entrar en ebullición. Esta pasión es como el fuego. Puede provenir de diversos sentimientos, desde el amor desinteresado hasta la sórdida envidia. Amores, odios, celos... celo por la honra de Dios: todos estos sentimientos pueden invadir el corazón del hombre y conducir a la ira o a una muerte.... Existe en el celo también una llama de amor muy pura  que hay que reconocer sobre todo a través de los aparentes celos de Dios. Este celo de amor puro por la gloria de Dios es el que fomentamos en la espiritualidad cristiana.

Lo mostramos con la oración ferviente, con el buen ejemplo, con la palabra, sin respeto humano predicando a nuestra manera el Evangelio. Y obras, obras de amor a Dios y amor al prójimo.

Que la gloria de Dios crezca en nosotros y en los demás. Llenos de amor para con Dios, deseamos que sea bendito su nombre, que reine en nuestras almas, que el mundo infiel sea para Cristo. Celo ardiente que acucie al alma para agradar a Dios.

Santificar y salvar almas, evangelización. Hablar no para agradar a los hombres, sino para la gloria de Dios, para la conversión de los pecadores. Apostolado, dar ejemplo de vida. Obras de amor, caridad.

La gracia inmensa que hemos recibido ha sido la fe y con ella la vida divina, la vida del amor, pero no la poseemos para nosotros solos, sino que a ejemplo de Dios hemos de irradiar ese amor por todas las partes. No tenemos derecho a guardarlo en nosotros mismos. Hemos de comunicarlo y hacer discípulos de Jesús.

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