DICEN QUE LLORAR ES BUENO

Nuestras lágrimas desinfectan el espíritu, además de limpiar los ojos. Eso se suele decir, pero ¿ya será verdad? Porque a mí, las pocas veces que lloro, me duele después la cabeza. Sin embargo hay momentos en que el llanto no disimulado libera del estrés, del dolor y de las emociones fuertes. Eso sí que es verdad. En este sentido las mujeres tienen más facilidad que los hombres, y afortunadamente se va desterrando de nuestro vocabulario aquello de "lágrimas de cocodrilo".


Llorar es bueno para la salud, sin que con esto quiera poner de modelo a un anciano que conocí en mi juventud, a quien apodaban "el lágrimas", y hacía honor a su nombre, porque ante mí lloró contándome el brillante fin de curso de un nieto suyo que había obtenido matrícula de honor. Pero, sin irnos a extremos insospechados, es bueno llorar en la propia alcoba la pérdida de un ser querido, el llanto más natural y aceptado por todos. He visto a varias personas llorar por solidaridad, acercándose al que sufre y compartiendo sus penas sin decirle nada; es una manera sobria de mostrar afecto o interés por la persona allegada.

En ocasiones lloramos para descargar la tensión acumulada durante semanas o meses. Recuerdo a un amigo que, precisamente en el momento de mayor éxito de su vida, rompió en lágrimas con suspiros y todo. En estos casos el llanto suave es una respuesta psicológica al estrés y nos libera de posibles padecimientos cardiacos.

Hay quien llora de rabia; son lágrimas de impotencia y rechazo; son un remedio sencillo de renunciar a la venganza. Esto también es muy sano; preventivo de males mayores. Pero no debemos caer en lágrimas fáciles de niño, que gime y patalea hasta conseguir el capricho del momento; son rabietas que si al infante se le toleran, no pueden consentirse en un adulto; serían signo de inmadurez.

Un amigo mío, de los que saben latín, ponía un disco de "Las siete Palabras" de Dubois y, mientras lo escuchaba, lloraba delante del Señor sus culpas, cual otro Rey David. ¡Lágrimas de salvación, de dolor de los pecados, hoy tan olvidadas! A esta oración de compunción me invita siempre en tiempo de cuaresma un responsorio que dice así: "Entre el pórtico y el altar, llorarán los sacerdotes del Señor y dirán: "Perdona a tu Pueblo, Señor, y no estés enojado para siempre con nosotros"". Lágrimas, sí: remedio de nuestros pecados y de muchas enfermedades corporales.


José María Lorenzo
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