1.- Ahora procurar encerrarme en mí mismo dentro del centro de mi alma.
2.- Hacer un acto muy consciente de ello. Y pedir en estos momentos al Señor fidelidad a su voluntad y a su presencia amorosa.
3.- He sido fiel muchos años al trabajo de la meditación, lo que llamamos oración personal.
4.- Dejar ahora que el Señor se apodere del todo de mi alma.
5.- Tomar un pensamientos muy sencillo, por ejemplo: el Señor está aquí y me ama.
6.- Yo me dejo amar de Él.
7.- Pedir con sencillez la gracia del reposo de la contemplación y comenzar a mi modo a sentirla.
8.- Aplico mi memoria, mi vista, mi sentimiento entero a este Dios que me ama.
José María Lorenzo Amelibia
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