Ofrezco estas ideas de una reunión de amigos en la fe
El gran peligro que tenemos es hablar de memoria. Para que la palabra del sacerdote sea eficaz es preciso madurarla en la oración y hablar desde la propia experiencia de fe. De lo contrario será un sonsonete sin sentido. He tenido la oportunidad de escuchar, fuera de estas provincias, una homilía de un obispo en la tarde del Jueves Santo. Teológicamente era de diez. Logré seguirla con esfuerzo, a pesar de lo enormemente teórica y abstracta que era. Estoy seguro de que ni el cinco por ciento de los muchos asistentes pudo apreciarla. Le faltaba vida, el calor de la oración, hablar desde la propia experiencia de fe. Eso se nota enseguida y no se aprende en los libros, sino junto a Jesús en el Sagrario o en el propio corazón.
Adolecemos de una falta de fe profunda, vivida. No llego a entender, por ejemplo, cómo se cierran casi todas las iglesias a la adoración eucarística; cómo en las reuniones de sacerdotes, el motivo principal no es la santidad y el amor a Dios; cómo no salimos de estas reuniones encendidos. ¡Hemos de ser los enamorados de Dios! Predicar del amor de Dios en el Eucaristía, convencidos de verdad de que el Señor está con nosotros realmente. Sí; hay muchos asuntos de mayor o menor interés y urgencia en la pastoral. Pero ¿qué es lo principal sino el amor a Dios y como prolongación el amor a nuestros semejantes?
A lo mejor hemos tenido en nuestra vida ciertos cargos importantes. Nuestra jubilación o ha llegado o está muy próxima. Los amigos "profesionales" poco a poco se van esfumando, y te quedas con aquellos pocos que de verdad te eran fieles, o sin ninguno. ¡Lástima no habernos dado cuenta antes! Pero aunque nos dejaran solos siempre nos quedará el gran amigo, el del Sagrario. "Mi soledad es profunda - me decía un amigo sacerdote - pero Dios la llena del todo". Este compañero había descubierto su misión desde la profundidad de su vida interior. Que el Sagrario de nuestra iglesia no sea un Sagrario abandonado. ¿Cuántas veces le visitas cada día? ¿Qué intimidad tienes con Él? Hemos conocido sacerdotes enamorados de Jesús. ¡De estos necesita la Iglesia! El día en que tengamos sacerdotes santos se irá solucionando poco a poco el problema tremendo de fe que existe en nuestro pueblo.
Pedimos ahora al Señor el dolor profundo, hasta las lágrimas, por el pecado de tantas personas, por el alejamiento de la fe te tantos bautizados. Que nos impulse este dolor - con paz, pero sin pausa - a trabajar con celo y gran amor como a nuestros grandes santos. ¡Perdona, Señor, a tu Pueblo y dadnos santidad para que seamos instrumento bueno de salvación! cristianos queremos elevarlos hacia Dios.
José María Lorenzo Amelibia
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