1.- Terminamos con este domingo el año litúrgico. Hoy es Cristo Rey. Y nos recuerda el Evangelio el momento de la segunda venida del Señor. Separará a los buenos de los malos, y dirá a los buenos: "Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber..."

A los malos arrojará a las tinieblas, porque tuvo hambre y no le dieron de comer... Y se entiende el dar de comer y beber no al Cristo físico que ya no está en cuerpo pasible entre nosotros, sino a las personas necesitadas, que son los hijos de Dios.

2.- Hay cosas claras en el Evangelio que cita como verdadera señal de salvación: una de ellas es hacer algo en favor de nuestro prójimo: en concreto las obras de misericordia; dar de comer al hambriento, de beber al sediento, visitar a los enfermos... En una palabra, salir de sí mismo para hacer algo en favor de cualquier necesidad. Tener misericordia con el que sufre.

3.- Hemos de estar siempre muy dispuestos a ello. Tomar ahora esa decisión y pedir a Dios generosidad.

4.- El otro signo de salvación éste. Dice Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tendrá vida eterna y yo le resucitaré en el último día". Pero hemos de procurar prepararnos para la comunión y darle gracias después. Vamos a comulgar siempre muy conscientes de lo que hacemos. Sin rutina.

5.- Y no olvidar la fiesta de Cristo Rey. Pedirle ahora: Reina, Jesús, en nuestros corazones; que sepamos ser generosos, porque te amamos. Reina en nosotros. Toma posesión de nuestros corazones cuando nos acercamos a comulgar con fe. Reina en tu Pueblo, Señor.


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