Dicen que el cura de Ars, cuando predicaba, tenía a la gente pendiente de su palabra con una mayor atención e interés que hoy en una película de intriga. Un día predicó en aquella parroquia el mismo Lacordaire, uno de los más famosos oradores de Francia de todos los tiempos. Dicen que los fieles estaban deseando que abandonara el púlpito y lo ocupara Vianney. Y afirman sus biógrafos que el santo cura tenía una voz chillona y ligeramente gangosa. ¡Pero arrastraba! El Cura de Ars antes de subir al púlpito preparaba su sermón al calor del sagrario.
He espigado en uno de sus sermonarios algunas frases de la Eucaristía. Me gusta repetirlas, deseo siempre al hacerlo imaginar al santo sacerdote cuando las pronunciaba con encendido amor a Jesucristo.
Id a Jesús que es prenda de vida eterna. ¡Qué exceso de bondad! Señor, nos rocías con tu sangre; nos alimentas con tu cuerpo. Al entregarte, Jesús, nos das todo cuanto sois. ¡Qué exceso de bondad!
Endulzas nuestras miserias y eres pan de los fuertes. Ven pronto, Jesús, y no tardes más. Sois toda mi alegría; mi felicidad y mi aliento. Quiero ser un poco más digno cada día para poder recibirte mejor.
Es bueno copiar frases eucarísticas de nuestros santos y repetirlas despacio en la preparación de la Comunión, en la acción de gracias o en la visita a Jesús en el Sagrario.
Acrecienta, Señor, nuestra devoción al Santísimo Sacramento. Así crecerá tu Reino entre nosotros. .
José María Lorenzo Amelibia
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