EL HORNO, SÍ ESTÁ PA' BOLLOS
Hay personas demasiado serias, se pasan. No les va el reírse. Son muy amigas del refrán "No está el horno pa' bollos". No les aconsejes que fomenten la sonrisa como un ejercicio de amabilidad. Disfrutan mucho más inventando teoremas.
Hace pocos años se investigó, con la finalidad de elaborar un estudio médico - psicológico, entre veinticinco pacientes que habían sufrido infarto de miocardio. Veintitrés de ellos respondían al tipo de la persona "fuerte" que acabo de describir. La conclusión parece clara: hemos de aprender a orientar nuestra vida por los senderos de la paz interior impregnada de jovialidad. Es mejor disfrazarse en la vida de manso cordero que de lobo feroz. Mejor, sí, para los demás; y también para uno mismo.
Antes de ponerme a escribir he visto a un político joven entrevistado por varios periodistas. Cuando he encendido la tele estaban ya terminando. No conocía al protagonista, pero cautivaba su mirada serena, su mansedumbre no estudiada; una especie de dulzura contagiosa. Y la última pregunta que le han formulado era ésta: "¿No tiene miedo a presentarse así ante los líderes parlamentarios en el juego de la política?" - "Ningún miedo - ha respondido - la bondad y mansedumbre no están reñidas con la firmeza y también sé mantenerme en mi puesto". Y así tiene que ser.
Debiéramos todos reciclarnos en estas virtudes o cualidades humanas que tenemos un poco olvidadas: la mansedumbre, la eutrapelia, buen humor, sonrisa, dulzura, sencillez... incluso aprender a reír a gusto. Nos dicen quienes saben mucho de esto que la risa desencadena un movimiento espasmódico que aligera la digestión, porque aumenta la producción de jugos gástricos y activa todo el sistema metabólico. Nos lo agradecerán, por otra parte, aquellos con quienes nos relacionamos, y nosotros huiremos del fatídico infarto, porque, al parecer, el ochenta por ciento de quienes sufren esta plaga está compuesto por gente que ha orientado su vida con estridencia.
Por algo nos decía el catecismo: "Contra ira, paciencia" y "Contra gula, templanza". Pues, vamos a dejar de ser cascarrabias y un poco más sobrios en el comer, que también las comilonas provocan enfermedades
José María Lorenzo Amelibia
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