Pienso que la felicidad no consiste en conseguir lo que deseamos sino a la inversa, desear lo que ya hemos obtenido. Y si deseamos siempre hacer la voluntad de Dios, seremos del todo felices. Y es que la realidad produce más felicidad que nuestra facultad de soñar.
Yo he comenzado a ser feliz cuando he aceptado la vida tal cual es.
Dominar los deseos (ya lo reconocía Buda), ayuda a mantenerse feliz. Pero mientras los budistas querían extirpar todo deseo, los cristianos queremos elevarlos hacia Dios.
José María Lorenzo Amelibia
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