LA HIPERTERMIA DEL PADRE PIO

El Padre Pío del Pietrelcina sufrió en su cuerpo traumas desconcertantes. Uno de ellos fue la hipertermia. La primera vez, cumpliendo el servicio militar. Cuando le afectaba la crisis se hallaba como sin fuerzas y muy agitado, un tanto deprimido, pero nunca deliraba. Entonces le ponían el termómetro y lo desbordaba por completo. Aplicábanle otro de baño y llegó a marcar hasta 48,5º. A las cuarenta y ocho horas se hallaba completamente normal, y podía de nuevo escuchar confesiones o dedicarse a cualquier otro asunto de su ministerio. Con frecuencia en aquella temporada le volvió a ocurrir lo mismo, y no tuvieron más remedio que licenciarlo de la mili.


Dicen los médicos que la hipertermia se da siempre acompañada de alguna enfermedad grave; aparece en casos agónicos; y la mayor parte de las veces desemboca en la muerte.

¿Cómo explicar lo del Padre Pío? Algún espabiladillo dirá: "Buen truco para librase de la mili". Pero nada de eso. Repetían decenas de veces la prueba del termómetro con la más estricta atención, y siempre, los mismos resultados. Nadie puede explicar científicamente aquella enfermedad tan curiosa. ¿Podía ser efecto de una neurosis? También ha habido santos con enfermedades mentales. Sin embargo el P. Pío no era de éstos. Se trataba de un hombre absolutamente sano de espíritu, sincero y sencillo, sin trastienda; incapaz de engañar a nadie y ni siquiera de engañarse a sí mismo, diciendo "sí", cuando debiera decir "no".

Después de muchas cábalas se llegó a la conclusión de encontrarse ante un hecho inexplicable. Tal vez Dios lo puso a la consideración de los hombres, a fin de que nos acordemos de la existencia de la Divinidad; de que el Señor está cerca de nosotros; de que existe lo que trasciende a los hombres. Toda la vida del P. Pío es como manifestación de Dios, como una teofanía.

Cuando uno termina de leer la biografía de este nuevo beato, publicada por Sáez de Ocáriz, no le extrañan ninguno de los fenómenos paranormales de este santo varón. Dios nos quiere manifestar de vez en cuando y de diversas maneras que el sufrimiento no es malo por sí mismo; que hacemos bien en luchar contra el dolor; que no debemos provocarlo en los demás; pero que, por encima de todo, el dolor es redentor, mueve el corazón de Dios... y gracias al sufrimiento de Jesús, nos llegó la redención. Soportado con amor a Cristo, nos unimos a su pasión redentora; también nos damos cuenta de que no hemos de agarrarnos al placer como fin. Nuestro único fin es Dios; el amor a Él por encima de todo.


José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica
Volver arriba