El ÍDOLO DE CERA

¿Se fijan ustedes cómo evolucionamos? Hasta hace poco tiempo merecían el honor de ser esculpidos en monumentos, personajes por su saber o bondad: héroes, intelectuales, santos, grandes estadistas. Miren lo que ocurre ahora: J. R. el turbio protagonista de la serie televisiva, “Dallas”, se encuentra ya en el museo de cera de Barcelona.



Seamos honrados: nos parece que J. R. No merece tal honor. Pero lo cierto es que muchos han quemado horas eternas frente a la pequeña pantalla contemplando sus aberraciones de todo tipo. Si nos tragamos todo lo que nos echan, ¿por qué nos admiramos de que un protagonista ficticio, sin ninguna personalidad, ejemplo del absurdo, símbolo de lo anodino dañoso, llegue a inmortalizarse en el museo de la cera?

Y no se trata de caso único; es un pequeño botón de muestra. Todos conocéis cantidad de ídolos colocados en pedestales; personas sin ningún valor trascendente o cultura o deportivo que se han colocado en la mente de millones de personas como verdadero ídolo de cera. Eso es aún peor que lo de
de ídolos de cera


José María Lorenzo Amelibia
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