Jubilación

Un amigo jubilado me decía: "Cuando amanece,me pongo contento. ¡Un día nuevo para disfrutar! Y aprovecho a tope la veinticuatro horas. A ver si mañana sale igual".A dos compañeros sorprendí en esta conversación: "Hay que aprovechar el día; que no todos salen tan buenos". Y contestó el segundo: "¿El día sólo? ¡Cada minuto; cada segundo!


Y así, poco a poco, sin darse cuenta, llegan muchos pensionistas a las puertas de la eternidad. No digo que son personas malas; Dios me libre; pero las considero un poco irresponsables, si organizan de esta forma exclusiva su existencia, que a la fuerza ya a esas alturas es corta.

¡Da gracias a Dios, amigo, por la vida; cada día es un regalo, una nueva oportunidad para acercarte a quien va a ser la meta de tus aspiraciones!

- No necesito mucho para vivir, me explicaba otro compañero
también jubilado. Estoy soltero; ya llevo treinta y cinco años trabajando y me jubilaré pronto. Necesito más tiempo para la oración. Y así lo hizo; se retiró de su trabajo y cumple su palabra.

Con este mismo criterio, un sacerdote de setenta decía: Ahora me trasladaré a una residencia aneja a un convento. Llevo ya muchos años hablando de Dios a los hombres; dedicaré el resto de mi vida a hablar de los hombres a Dios.

Y así van pasando los años de todas estas personas. Por cierto; de manera muy distinta. Yo me quedo con la decisión y modo de vida de este segundo grupo. Y repito que no me parece gente mala, ni mucho menos, los del gozar día a día de las oportunidades que les depara la jornada.

¿Te das cuenta, amigo jubilado, que tienes el privilegio de
disponer de muchas horas libres? Saldrás a pasear, porque lo necesitas y es una de tus obligaciones conservar la calidad de vida. Da entonces gracias a Dios por la brisa refrescante de la mañana, o por la tibieza del sol de otoño, o por el canto de los pájaros de la primavera.

Agradece el trago de agua que tomas en la fuente del camino; alaba al Señor porque te sientes hoy mejor que ayer, o por el niño cariñoso que te saluda con un "¡Hola! Incluso los días grises en que todo parece ir mal, si te habitúas a ser agradecido, encontrarás cosas buenas que te impulsen a alabar al Señor.

Cada vez me parece más lógico lo que me decía mi antiguo
párroco: "El tiempo más feliz de mi vida es el de la ancianidad". ¡Ojalá sea una realidad también para ti!

José María Lorenzo Amelibia
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