1.- Contemplo la escena evangélica: junto a la piscina se encuentra un paralítico, esperando que venga una persona a empujarle al agua, cuando el ángel baje y remueva las aguas. Yo también me encuentro, Señor, como paralizado para el camino del bien, sin fuerzas, y la piscina que me ha de curar es el sacramento de la penitencia y el de la Eucaristía; pero necesito que me muevan.
2.- Señor, Tú produces en mí la salud, el movimiento, porque sin Ti no puedo principiar, ni continuar, ni proseguir nada conveniente para la vida eterna. Tú has puesto en mí todo buen deseo.
3.- Ahora veo tanta gente alejada de Ti... Dales a ellos también esos buenos deseos eficaces. Y a mí sáname de esta ceguera, sáname de esta falta de movimiento; mira que yo solo no puedo. Ten compasión de mi alma, como la tuviste del paralítico a quien nadie empujaba hacia la piscina para ser curado. Mira que el ambiente a nada invita.
4.- Antiguamente teníamos un ambiente normal de espiritualidad y culto. Ahora la gente va abandonando todo. Ten misericordia de nosotros, Señor, ten misericordia de este pueblo que se va separando de las fuentes de agua viva. Yo me encuentro sin fuerzas; tu Pueblo está sin fuerzas.
5.- Suple, Señor, en mí, suple en tu pueblo esa falta de movimiento. Empújanos por el camino del bien. Dadnos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas que nos lleven hacia el bien.
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