Llegará a ser realidad sacerdocio unido a matrimonio

Para los Obispos.

Llegará a ser realidad sacerdocio unido a matrimonio

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Sugerencias al Vaticano

 Hoy nuestra jerarquía no está por la fiesta de esta unión, pero algún día llegará. Por supuesto que, sin pretenderlo, han dado ya algunos pasos para llegar a un cambio. El caso del clero oriental es el primer hito a tener en cuenta. Lo han conservado, y es muy importante. El segundo, muy reciente: el admitir dentro del clero católico a los pastores anglicanos que desean desempeñar su misión entre nosotros. Conservan sus esposas e hijos, y desarrollan la pastoral junto a los sacerdotes célibes.

 Dentro de este siglo XXI ha de suceder el gran cambio en nuestra Iglesia. El primer paso que convendría dar: ofrecer a los diáconos permanentes, casados, el acceso al sacerdocio. Muchos optarían por esta promoción. Otros, muy vocacionados en su ministerio, permanecerían de por vida en el diaconado. Habría que suprimir, por supuesto, la cláusula prohibitiva de contraer nuevas nupcias para los viudos.

 Segundo paso, readmitir en el ejercicio ministerial a quienes lo deseen, y que pidieron dispensa para contraer matrimonio, después de que hayan permanecido desposados durante al menos cinco años.

 El tercer hito a conseguir sería dentro del clero célibe. No es cuestión de abolir la ley de golpe. Habría que exhortar, sí, a vivir el compromiso adquirido. Pero a quienes, después de maduro examen, decidan contraer matrimonio, permitirles hacerlo sin ninguna marginación, insulto ni vituperio. Habrían de dejar el estado clerical. Después de cinco años de matrimonio, podrían integrarse de nuevo en el sagrado ministerio, no clerical. Pertenecerían al grupo de los sacerdotes o diáconos casados, no clérigos, y con un trabajo para el sustento propio y de su familia.

 Después de varios años de experimentar esta normativa, habría que cambiar profundamente la ley del celibato. Dentro de la Iglesia permanecería el sacerdocio célibe y comenzaría el desposado. Los obispos pertenecerían al sacerdocio célibe; con la posibilidad de pasar al otro estamento, si deseaban contraer matrimonio. El obispo residencial habría de ser del todo liberado en su ministerio, para así poder atender a su grey y a su deber misional. Una vez contraído matrimonio, ejercería de párroco o de auxiliar del obispo diocesano.

 Lo importante: que el sacerdocio desposado, no sea clerical, no viva de su ministerio ni cobre nada por ejercerlo. En caso de encontrarse en paro laboral, atenderlo, por supuesto con amor y justicia. 

 José María Lorenzo Amelibia

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