He leído hace poco la vida de San Pío X. Me ha impresionado más que el protagonista su Secretario de Estado el cardenal Merry del Val. Era inglés de nacimiento. Por parte de madre, español. Hijo de un embajador. Un verdadero mirlo blanco. Guapo, inteligente, atractivo y gran diplomático. Por si esto fuera poco, muy humilde, mortificado, generoso, fiel, hombre de oración.
A los treinta y ocho años ya fue creado cardenal y algunos antes arzobispo. Pío X en el cónclave se quedó prendado de él y enseguida lo nombro su Secretario de Estado, además de su gran amigo y confidente.

Pocos cardenales en toda la Historia de la Iglesia habrán disfrutado de tanto prestigio. Me extraña que no le hubieran canonizado a la vez que a Pío X.
Se me quedó grabado cuando leí los capítulos de su vida, esto: vivía del todo ajeno a los bienes temporales, observó y practicó siempre el principio de que el dinero recibido por razón de los cargos eclesiásticos - exceptuando lo estrictamente necesario para su persona- debía ser invertido en obras de beneficencia. Digno de imitación este hombre. Aunque fue un mirlo blanco. Porque ¿quién a los treinta y ocho años llega a cardenal?

José María Lorenzo Amelibia
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