En un colegio de religiosas, cuyo nombre no quiero mencionar, se ha decidido implantar la enseñanza de Formación Religiosa como optativa para los alumnos de Bachiller. A principio de curso se les ha ofrecido la alternativa de estudiar Religión o Ética. Era curioso escuchar el comentario de los adolescentes, cuando se les notificó la nueva proposición: - ¿Qué vas a coger? - Yo Ética. Dicen que es más fácil. - Yo no sé. ¿Qué te parece? - A mí lo mismo me da. Total...
Y con estos criterios muchas fueron apuntándose a una cosa u otra. Hasta aquí los hechos. Nos parece lógico que pueda admitirse en un colegio confesional católico a un alumno, cuya familia no aspire a una formación integral cristiana para sus hijos. Pero es un contrasentido, una sinrazón, un absurdo, el ofertar en la tienda propia tejidos del comerciante vecino. Aun a las personas más elementales se les ocurre esta reflexión tan simple. Bastaría con atender en su deseo de formación no religiosa a quienes sus padres así lo demanden.
¿Qué argumentos "teológicos" habrán movido a estas señoras religiosas a renegar de su ideal apostólico? Porque no dudo de que algún "avanzadillo" de última hora les habrá inducido a reflexionar de una manera tan peregrina. No me explico cómo desde una vida consagrada a Dios han podido renunciar por propia voluntad a ser lo que debieran ser: paladines de Jesús y de su doctrina. San Pablo predicaba a Cristo en el areópago; San Francisco Javier en las calles y plazas de Oriente. Evangelizar de modo oportuno e "importuno", nos exige categóricamente El Apóstol de los Gentiles. Mientras tanto muchos, llamados por vocación a ser luz del mundo y sal de la tierra, esconden acomplejados bajo el celemín su antorcha de fe, en lugar de motivar a sus educandos y animarlos a seguir la doctrina de Cristo. Les dejan extraviarse hacia charcas de aguas sucias. Si volvieran los Calasanz, los Loyola, los Lasalle y tantos santos y santas, fundadores de órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza...
Un día el Señor en su bondad me tocó el corazón; desde entonces llevo en mi interior una inquietud constante, un deseo firme, de comunicar de todas las formas posibles mis vivencias de fe: de esta fe católica, la única verdadera. Pido con esperanza a este Dios de la misericordia que se derrame en plenitud sobre tantos y tantos religiosos de la enseñanza que van olvidando los años de su entrega generosa. Pero a la vez deseo desde estas líneas expresar mi denuncia ante el Pueblo Fiel y su Jerarquía de estos hechos tristes y dolorosos.