Después de san Ambrosio, contribuyó decididamente a la difusión y a la consolidación del cristianismo en Italia del norte san Máximo, obispo de Turín.
Nos ha llegado una colección de unos noventa «Sermones». En ellos se puede constatar la profunda y vital unión del obispo con su ciudad, que atestigua un punto evidente de contacto entre el ministerio episcopal de Ambrosio y el de Máximo.
En aquel tiempo graves tensiones turbaban la convivencia civil. Máximo, en este contexto, logró unir al pueblo cristiano en torno a su persona de pastor y maestro. La ciudad estaba amenazada por grupos desperdigados de bárbaros que, al penetrar por las entradas orientales, avanzaban hasta los Alpes occidentales.
Parece que la predicación de Máximo, para superar el riesgo de ser genérica, se dirigía específicamente a un núcleo seleccionado de la comunidad cristiana de Turín, constituido por ricos propietarios de tierras, que tenían sus fincas en el campo turinés y la casa en la ciudad. Fue una lúcida decisión pastoral del obispo, quien concibió esta predicación como el camino más eficaz para mantener y reforzar sus lazos con el pueblo.
Para ilustrar en esta perspectiva el ministerio de Máximo en su ciudad, quisiera presentar como ejemplo los «Sermones» 17 y 18, dedicados a un tema siempre actual, el de la riqueza y la pobreza en las comunidades cristianas. También en este sentido se daban agudas tensiones en la ciudad. Se acumulaban y ocultaban riquezas. «Uno no piensa en las necesidades del otro».
«De hecho, muchos cristiano no sólo no distribuyen lo que tienen, sino que roban a los demás. No sólo no llevan a los pides los apóstoles lo que han recogido, sino que además apartan de los pies de los sacerdotes a sus hermanos que buscan ayuda». Y concluye: «En nuestra ciudad hay muchos huéspedes y peregrinos. Haced lo que habéis prometido» adhiriendo a la fe, «para que no se diga también de vosotros lo que se dijo de Ananías: “No habéis mentido a los hombres, sino a Dios”» («Sermón» 17, 2-3).
Y añade en otro sermón: «Dime, cristiano, ¿por qué has tomado la presa abandonada por los predadores? ¿Por qué has metido en tu casa una “ganancia” depredada y contaminada?». «Pero», añade, «quizá dices que la has comprado y por esto crees que evitas así la acusación de avaricia. Pero de este modo no hay relación entre lo que se compra y lo que se vende. Comprar es algo bueno, pero en tiempo de paz, cuando se vende con libertad, y no cuando se vende lo que ha sido robado en un saqueo… Compórtate, por tanto, como cristiano y como ciudadano que compra para devolver» («Sermón» 18, 3).
Sin mostrarlo mucho, Máximo predicó una relación profunda entre los deberes del cristiano y los del ciudadano. Para él, vivir la vida cristiana significa también asumir los compromisos civiles. Por el contrario el cristiano que, «a pesar de que puede vivir con su trabajo, atrapa la presa del otro con el furor de las fieras» o «acecha a su vecino, tratando cada día de arañar parte de sus confines, de adueñarse de sus productos», no le parece ni siquiera semejante a la zorra que degüella las gallinas, sino al lobo que se lanza contra los cerdos («Sermón» 41,4).
Contando ya con el apoyo de una legislación que pedía a los cristianos redimir a los prisioneros, Máximo, ante el derrumbe de las autoridades civiles del Imperio Romano, se sentía plenamente autorizado para ejercer en este sentido un auténtico poder de control sobre la ciudad.
Este poder se haría después cada vez más amplio y eficaz, hasta llegar a suplir la ausencia de magistrados y de las instituciones civiles. En este contexto, Máximo no sólo se dedica a alentar en los fieles al amor tradicional hacia la patria ciudadana, sino que proclama también el preciso deber de afrontar los gastos fiscales, por más pesados y desagradables que parezcan. («Sermón» 26, 2).
Es el desarrollo del ministerio del obispo en el noroeste de Italia, a partir de Eusebio, que «como un monje», vivía en su ciudad de Verceli, hasta Máximo de Turín, que «como un centinela» se encontraba en la roca más elevada de la ciudad.
Tomado de la Catequesis del Papa Benedicto XVI, sobre la relación entre Cristo y la Iglesia y los padres apostólicos. Miércoles 31 octubre 2007
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica