San Pascual Bailón. Eucaristía

Cuando era niño me producía extrañeza la figura de un santo tan original que se ponía a bailar nada menos que delante del Santísimo Sacramento. Así nos lo contaba el cura de los niños, Don Alejandro: San Pascual Bailón era pastor, pero sentía tan gran deseo de orar siempre que se hizo fraile; y tenía tanto amor a Jesucristo encerrado en el Sagrario, que algunas veces, estando solo en la capilla, se ponía a bailar delante de Jesús, porque estaba lleno de gozo interior. Bastantes personas no le llegaban a entender. Él lo hacía como muestra del cariño y de la alegría que llevaba dentro de su corazón, porque estaba muy enamorado de Cristo. ¡Amad también vosotros a Jesús Sacramentado!


Continuó San Pascual Bailón durante el resto de su vida derramando bondad y dulzura en la ciudad de Villarreal de Castellón. Allí murió como había vivido, pobre y feliz. Cuentan que era tal su amor a la Eucaristía que en la misa de funeral de cuerpo presente, en el momento de la elevación de la sagrada Hostia, abrió tres veces sus ojos.

Han pasado desde entonces algo más de cuatrocientos años. En estos siglos ha ido aumentando el amor e ilusión por la Eucaristía; pero, en las últimas décadas postconciliares, el bajón es evidente. El Papa nos llama ahora a la nueva evangelización del tercer milenio en el que prácticamente ya estamos entrando. Y nos dice: "Se trata de evangelizar desde la Eucaristía, pues el anuncio de la Buena Nueva de la salvación tiene su centro en el Sacramento redentor de Cristo".
Vamos a entusiasmarnos cada día con el Santísimo Sacramento.
Cada jornada nuestro rato de adoración; cada hora, mayor intimidad y amor a Él; que lo vean nuestros sacerdotes y sientan así el deseo de abrir nuestros templos, que cada vez se van cerrando en mayor número. Saldremos de esta bodega alegres, como Pascual, y decididos a la nueva evangelización.
Volver arriba