NO VIVIR DE LAS RENTAS
CONFIDENCIAS A UN AMIGO RELIGIOSO O SACERDOTE, Diácono, Seminarista, Monja, clero...
| JOSE MARIA LORENZO AMELIBIA
NO VIVIR DE LAS RENTAS
Para mí ha sido una gracia actual visitar al compañero Bernardo
en un pueblecito de la montaña pirenaica. Tal vez haya sido una de las más importantes de este año. Es ya de una edad madura y ha optado por vivir la etapa superior de su existencia en un pueblecito de cuatro casas dedicado a la oración. También recibe a gente para pasar con él algunos días en retiro y soledad.
En cuanto he entrado, en seguida hemos llevado la conversación por el terreno espiritual. El ha pasado antes más de un mes en una tienda de campaña en soledad absoluta dedicado a la contemplación.
Y lo más curioso es: Bernardo era sacerdote progresista, pero
ha cambiado. Ahora lamenta el tiempo en que no rezó breviario. Comentaba él: a la oración hemos de dedicarle tiempo. Que no
vale aquello de que toda la vida es oración. Debemos dedicarle un tiempo específico como al comer, al trabajo, a la conversación con amigos.
Es verdad que cuando uno ha empleado tiempo anteriormente a la oración, puede después vivir una temporada de las rentas. Puede unirse a Dios a través de las actividades del día. Pero si después no comienza de nuevo a dedicar largos ratos a la intimidad con Dios, no conseguirá mantener ya su tono espiritual. Lentamente irá cayendo por los abismos del pecado.
Vamos a animarnos a no dejar un día por nada la oración. Vamos a mantener en nosotros la presencia de Dios después en todo momento. No importan las circunstancias externas; ni siquiera el mal temple interior. Todo lo hemos de superar.
El otro día me levanté muy triste de la cama. Era esa tristeza tonta que a veces se apodera de uno y le sume en la amargura. Una tristeza existencial. La vida es muy dura para todos. Entonces pensé: Gracias, Señor. Tú también estuviste triste en la cruz y en Getsemaní. Y continué con la tristeza. No desapareció. Era el viernes pasado. Había meditado en la pasión de Cristo. Jesús en la cruz no estuvo en un Tabor. ¿Por qué quien desea servir a Dios ha de pretender estar siempre en un fervor sensible? Gracias, Señor.
Yo me uno a tu oración. Tal vez también tú desees agradecerle al Señor.
Buscar a Dios. Decirle a la mañana: ¿Qué me pides hoy, Señor?
Y no es mucho. Es ser fiel a los momentos de oración; ser fiel al cumplimiento del deber; "regalarle" mi voluntad total hacia El con unos cuantos sacrificios voluntarios. Y pasa el día. La vida corre. Y llega otro día. Poco a poco nos acercamos a nuestra meta definitiva. Hemos de levantarnos de pequeños fracasos; de pecados. Pero El nos espera. ¿Quién como El?
José María Lorenzo Amelibia
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