Aunque nos hayan borrado de las listas, somos sacerdotes

Somos sacerdotes, aunque nos hayan eliminado de las listas oficiales, seguimos siéndolo. Nosotros no nos hemos eliminado porque seremos sacerdotes para siempre, según lo profesamos en nuestra ordenación, según lo estudiamos en Teología Sacramental. Es más fácil desde el punto de vista “dogmático” no dejar casarse a los sacerdotes, que, una vez ordenados, por el hecho de haber recibido el sacramento del matrimonio, tenerlos como si no fueran sacerdotes. Va contra el canon 40 del Concilio de Trento, sesión IX (Dz. 964). Por supuesto por humanidad y por cordura podrá siempre que lo juzgue necesario el sacerdote acceder al matrimonio, con el debido permiso. Es un derecho humano.


Siempre seremos sacerdotes. Por eso, sin salirnos de la normativa, aplicaremos a nuestras vidas todo cuanto al sacerdocio pertenece. ¡Qué bien desde sus tiempos más jóvenes entendía San José Cafaso cómo debía de ser la vida del sacerdote! Solía decir a sus amigos: "Las diversiones de los sacerdotes son las funciones de iglesia; cuanto más devotamente se celebran, tanto más me gustan. Nuestras novedades son las prácticas religiosas siempre renovadas, y dignas por tanto de frecuentarse con la mayor diligencia." ¡Qué gracia de Dios si nos concede vivir con este ideal! Hemos de pedirlo. Hemos de seguirlo. Esto nadie nos lo puede prohibir, hemos de ser ejemplo del mundo cristiano de ser fervientes amantes de la Iglesia, del culto, del amor entre todos. Cuanto más avanza nuestra vida, con más fervor hemos de adherirnos a nuestras raíces.
José María Lorenzo Amelibia
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