El caso Milingo hace pensar


El arzobispo Emmanuel Milingo ha afirmado hoy que no acepta la excomunión dictada por el Papa Benedicto XVI y que "la devuelve al Vaticano para que sea reconsiderada".

En una conferencia de prensa celebrada hoy en el Templo Católico Imani de Washington, el ex arzobispo de Lusaka, Zambia, ha explicado que "la autoridad de un obispo proviene de su consagración".

"Yo fui consagrado obispo por el Papa Juan Pablo II y he consagrado como obispos a cuatro hombres cuya consagración es válida y lícita", ha añadido.

Debate sobre el celibato

Milingo y el fundador del Templo Imani, Robert Stallings, han afirmado que su propósito es "restaurar en la Iglesia Católica el sacerdocio con matrimonio, y ha señalado que el celibato ha causado "grandes daños" a esa institución.

El polémico arzobispo emérito (jubilado) hacía estas declaraciones en la que ha sido su primera comparecencia pública después de que el Vaticano anunciara ayer su excomunión y la de los cuatro sacerdotes casados que el propio Milingo ordenó obispos el pasado domingo.

Uno de ellos, Peter Brennan, de Nueva York, ha sostenido que hay en el mundo más de 125.000 sacerdotes casados a quienes la Iglesia Católica rechaza cuando, al mismo tiempo, encara una escasez de sacerdotes que podría dejarla sin pastores en 20 años.

Este es lema que defiende Milingo, de 78 años, y la organización que él mismo fundó el pasado mes de julio, bajo el lema de "Married Priests Now!" ("Curas Casados !Ya!"). Su caso ha reavivado el debate sobre el celibato en la Iglesia Católica y la situación de los alrededor de 100.000 curas católicos que, según fuentes religiosas, están casados.COMENTARIO A ESTA NOTICIA DE LA EXCOMUNIÓN DE MILINGO
De entrada no podemos admitir ni admitimos dentro de la Iglesia una actitud como la de Milingo que se enfrenta a la autoridad del Papa. No se puede aceptar en católico. En cuanto a la excomunión, tal vez haya sido la única solución que se le ha ocurrido al Papa, porque al consagrar Milingo obispos se enfrenta a un cisma.

Pero este acto pienso debe hacer reflexionar a la jerarquía de la Iglesia. La forma ha sido ilícita y casi grotesca, dada la manera de actuar de Milingo. Pero el fondo de la cuestión es real. Nuestra Iglesia católica se está quedando sin sacerdotes. Dentro de diez años el problema va a ser tremendo. Esperamos que, por el bien de todos, entren en diálogo nuestros jerarcas con los sectores eclesiales que propugnan la abolición de la ley del celibato tal y como ahora rige.

Tal vez sería la solución: Primero, ordenar de sacerdote a los diáconos seglares que lo deseen. Segundo, reintegrar en el ministerio a los secularizados que lo deseen y puedan ejercer. Tercero, ordenar a hombres casados. Cuarto, dejar a medio plazo libertad de contraer matrimonio a los clérigos que lo deseen.

En todo caso, fomentar el celibato y virginidad voluntarios tanto en sacerdotes como en obispos. Es evangélico, siempre y cuando sea con total libertad. San Pablo nunca – según me consta por estudios que he hecho – impuso el celibato como ley.

Siempre tenían abierto el camino del matrimonio quienes no deseaban continuar el camino heroico de la vriginidad, pero sí seguían siendo fieles a su fe.

ABC 28-9-06

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