Para huir del Alzheimer

Enfermos y debilidad

  Para huir del Alzheimer

Anselmo terminó su carrera de ingeniero agrónomo. Todo viento en popa. Es muy inteligente y consiguió unos meses después, por oposición, un puesto muy codiciado. Y ahora, a vivir. Ha triunfado en lo profesional. Y está dispuesto a ser siempre tan brillante como en sus años de formación; pero la rutina puede mucho. Cambia el hábito de estudio por el de lectura. Y algunos años más tarde comienza con problemas de memoria; da la impresión de que su inteligencia privilegiada ha comenzado a declinar.

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Con Alzheimer

Todos somos conscientes de que jamás conviene abandonar el ejercicio físico si deseamos estar en forma y mantener la salud. El sedentarismo es un obstáculo serio para la calidad de vida. Pocos, por el contrario, están convencidos de la necesidad de un ejercicio equivalente en orden a su intelecto.

 Conozco personas muy cultivadas, que durante años vienen practicando técnicas para mantener brillante su memoria e inteligencia. Una de ellas me decía: “Es necesario dedicar varios minutos cada día a un trabajo intelectual distinto y paralelo al de nuestra profesión: ejercitar de alguna manera la memoria, la concentración, la lógica, la inteligencia, la atención…” Algunas sugerencias que escuché de sus labios merece la pena tenerlas en cuenta.

 Muchas veces en una sala de espera no sabemos qué hacer. He aquí una actividad sencilla para no aburrirse y a la vez aprovechar el tiempo y mantener la capacidad de atención: captar todos los detalles de la habitación, cerrar los ojos e ir repitiéndolos mentalmente. Otra idea: apuntar, en una libreta o en la agenda, palabras cuyo significado exacto desconocemos, mirar más tarde al diccionario y procurar incorporarlas a nuestro lenguaje. Después de leer un artículo resumir en nuestro interior las ideas principales. De todos es conocida la importancia de crucigramas y sudokus, y el cálculo mental. Todas estas cosas requieren un esfuerzo intelectual muy beneficioso para el cerebro.

 También existe el peligro de que se atrofie nuestra capacidad de relación con Dios por falta de ejercicio. Pienso que para todos es necesario dedicar a la oración personal al menos diez minutos cada día. Muchas personas lo olvidan. A lo sumo se contentan con rezar unas avemarías más o menos distraídas, como recuerdo fiel a una devoción mariana aconsejada en la niñez. Y sin embargo el ejercicio de oración es imprescindible para madurar en nuestra fe y relación con Dios. Mi amigo me decía: todas las noches, antes de acostarme cojo un libro con frases meditables; anoto en mi agenda tres o cuatro, y al día siguiente mientras voy al trabajo a pie, procuro hablar con Dios con este sencillo guión. Buena costumbre. Y cada dos o tres años, unos días de Ejercicios Espirituales en una casa de oración.

José María Lorenzo Amelibia                                        

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 Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

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