Es frecuente en personas mayores oír esta exclamación: "¡Cuánto mejor antes! Entonces había más respeto a los ancianos; se les consultaba; se les consideraba algo; en cambio ahora...!"
A pesar de todo no podemos exclamar aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor." ¡Oh si resucitasen muchos que tuvieron por domicilio durante cuarenta o más años el manicomio... o aquellos pobres que hubieron de permanecer en cama, sin ver la luz del sol, la mayor parte de su vida!
"El loco con la pena es cuerdo", solía decirse. Y esta frase se ha archivado para siempre en el acervo del refranero español.
Hoy han aprobado en diferentes convenciones internacionales los Derechos de los Impedidos y del Retrasado Mental. Estas personas reciben atención en sus necesidades individuales y sociales en todos los sentidos. Se les reconoce la igualdad en su condición de ciudadanos.
Tenemos noticia de las campañas informativas a este respecto por parte de los municipios y otras entidades. Demos gracias a Dios de que hayan pasado a la Historia los tiempos del abandono y ostracismo de los minusválidos y enfermos mentales.
Pero no siempre van unidas estas reformas sociales a la dimensión religiosa. Y el bienestar del ser humano exige el desarrollo total de la persona, que comienza en este mundo y se consuma en la eternidad.
Gócese, sí, el enfermo mental y el minusválido por haber nacido en este siglo. No se contente, en cambio, con las ventajas de tipo material, cultural y social. Es preciso, querido amigo, remontar a las alturas. A fin de cuentas lo que termina con el tiempo siempre es algo relativo. Lo absoluto es Dios. Nuestro ideal de enfermo o sano es gozar con el Señor para siempre, darle gloria, vivir unidos a todos nuestros hermanos, y formar una piña con ellos avanzando hacia la meta común.
Y siempre será motivo de gozo celebrar ser hijos de nuestro tiempo, que se ha volcado en la promoción de los más necesitados.
José María Lorenzo Amelibia
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