Asociación de Sacerdotes Casados de España, ASCE Son miles los que han dado el paso y han salido del clero
Crítica Constructiva
| Informa ASCE
Con todo y con ser tantos -ahí están las cifras- el silencio es clamoroso.
Compañeros con los que habíamos trabajado toda la vida, ¿qué digo?, hermanos con los que habíamos convivido durante tantos años. No existen. Sin más. Son una vergüenza pública de la que no se habla para que no cunda el (mal) ejemplo. Para mí este silencio es el auténtico escándalo.
Son miles los que han dado el paso. Y muchos son también los que han quedado atrapados en situaciones donde no les es posible ni retroceder ni avanzar. No quiero hurgar en esa otra herida escondida, aunque sangrante, de tantos dramas humanos en tantas historias ocultas o semiocultas, pero callarlo ahora sería igualmente hipocresía. Esas historias no quitan el sueño a nadie, al parecer, porque todo sigue igual en la fachada... Da la impresión de que no interesan los dramas personales ni la verdad que nos hace libres, sino la aparente blancura del muro que esconde tantas miserias. No hablo de perversiones ni de pecados, sino de los sufrimientos ocasionados por situaciones insostenibles y del envilecimiento consiguiente de los dones de la vida que son los dones de Dios. ¿Qué ha pasado? ¿Que se ha levantado un viento de corrupción en la iglesia? ¿Que han fallado los métodos de educación? ¿Es el hombre el que ha fallado o es la ley la que no es adecuada? ¿Sacrificaremos esa realidad a la ley? ¿Es el hombre para la ley o la ley para el hombre? No estamos hablando de una ley fundacional, constitutiva del ser o no ser del ministerio. En todo caso, hablemos. Pero es eso precisamente lo que no se hace. Es tabú este tema. Y esto es, lo repito, escandaloso ... Ese tic del silencio es el que creo reconocer ... El proceder es el siguiente: todo está perfecto, nada hay que cambiar, las disfunciones se deben a problemas de educación, quizá a una vida de piedad en quiebra (falta de oración, etc.), a una vida afectiva no madura (falta de experiencia de amistad, etc. ) Conclusión: el fallo está en la persona, no en la ley. Hablemos sí, pero de otra cosa.
Y de otra cosa se habla. Se vuelve de nuevo en los seminarios a sistemas de “formación” caracterizados, cada vez más, por el aislamiento, sin advertir que no hay razón para que funcione en el futuro lo que no fue eficaz para lograr esos propósitos en el pasado … Rufo
José María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
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