No vivir de las rentas y ser madrugadores

He conocido a gente de bien a quien el encanta levantarse tarde y trasnochar pegadito a la tele. Si queremos ser efectivos de verdad, no hay más remedio que madrugar y asegurar así un buen rato de oración mental.



Llénate de Dios. Verás cómo calas cada vez más adentro en las almas. Eso es lo más importante. Una vez oí, hace veinte años o más, a un sacerdote hablar. Nunca había oído un sermón así. Luego me enteré quién era: llevaba fama de santo. Vivía en unión íntima siempre con Dios y dedicaba su vida a las personas más marginadas. Yo me decía ¿por qué no tratar con Dios a fondo antes de hablar a los hombres de Dios?

Y no vivir de las rentas. A muchos les encanta ser buenos, pero sin ningún esfuerzo. En el período de su formación fueron ejemplares; todo superaban y eran verdadero ejemplo. Pero luego… a vivir de las rentas. Tal vez hayamos vivido muchos años de las rentas en materia espiritual, tal vez de una manera inconsciente, sin una ruptura. Aquellas pingües rentas de lo mucho que acumulamos en nuestros tiempos de seminario.

Nos parecía que podíamos mantener el contacto con Dios sin necesidad de dedicar tiempo específico a la oración. Luego nos damos cuenta de que no se puede uno alimentar de bocadillos o chucherías. No podemos vivir la intimidad con Dios sin entregarle diariamente tiempos específicos de oración o meditación. Si estamos un poco alejados, comencemos por la lectura espiritual. Todos los días entre media hora y una hora. Vamos a salir de la mediocridad.

José María Lorenzo Amelibia
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