¿Cómo interpreta Santa Teresa de Jesús el “cielo en la tierra”?
Una pregunta capciosa: ¿qué añade Santa Teresa de Jesús a San Juan de la Cruz como guía para vivir el cielo en la tierra? Mi respuesta, humilde opinión: San Juan insiste más en la doctrina y menos en su vivencia personal. No sucede lo mismo con Santa Teresa de Jesús, pues en sus escritos predomina más el testimonio sobre la doctrina. En las obras elegidas, principalmente en la Vida, las Moradas del Castillo y en algunas de sus poesías, se aprecia más la dimensión existencial del tema “cielo en la tierra”. En plan telegráfico: como doctores, Juan enseña lo que vivió y Teresa vive lo que enseñó.
De la primera carmelita doctora de la Iglesia, interesa conocer ante todo los dos grandes fundamentos de su “cielo en la tierra”: su relación personal de amor con Dios uno y trino y su amor a Cristo, camino y puente para ir al Padre.
Una relación personal de amor con Dios.
La Teresa creyente tiene fe en Dios uno y trino con su belleza y poder. La Teresa cristiana contempla al Amor que le ama y que tanto ha hecho por ella. Y Santa Teresa mística siente a Dios en lo más íntimo de su alma con una presencia intensa, inolvidable, que produce la suspensión de sus facultades. ¡Es el Dios que por amor está como prisionero en el centro de su ser! Para Teresa de Jesús, Dios tiene una expresión concreta en la humanidad de Jesús.
La Teresa creyente ante el Dios uno y trino.
En sus poesías y obras, describe algunos rasgos de Dios, en especial su belleza: ¡Oh hermosura que excedéis/ a todas las hermosuras!/ Sin herir dolor hacéis,/y sin dolor deshacéis, /el amor de las criaturas” (¡Oh hermosura que excedéis!).
Y en las Moradas escribe: ”como ya estas moradas se llegan más adonde está el rey, es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender (4M1, 2).
El Dios que presenta Teresa es el Juez poderoso lleno de misericordia: “mas bien sabe Su Majestad que sólo puedo presumir de su misericordia; y ya que no puedo dejar de ser (3M1,3 ). En otra ocasión “se le muestrta la Santísiima Trinidad, todas tres Personas, con una inflamación. Tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios”(7M 1,7).
La Teresa cristiana ante el Dios del Amor que ama.
Como buena discípula de Jesús, Teresa agradece a Dios la obra creadora y redentora: “Vuestra soy, pues me criastes,/vuestra, pues me redimistes (Vuestra soy, para Vos naci).
Agradece a Dios sus relaciones de amor y de verdad:”Dios no deja de amarnos No deja de nos amar / nuestro Dios y nos llamar, / sigámosle sin recelo, /monjas del Carmelo (Hacia la Patria).
Cristo como el camino y el puente para ir al Padre.
La carmelita reformadora gozó de múltiples visiones de Jesús destacando su hermosura y el “flechazo” recibido en la transverberación
La hermosa humanidad de Jesucristo.
En las quejas siente la presencia de Jesús en visión hermosa, como en un espejo y en ocasiones con espanto: quejas del Señor porque son pocos los que le aman: “díjome: ¡Ay, hija, qué pocos me aman de verdad! “(V 39 y en 6M 8,2; 39,5; 6M 9,3 y 4; V 38 y cf. V 28 y en 33 y 37). De una manera o de otra, con visión agradable o espantosa, Teresa siente muy cercano al Señor (V 39).
Y Jesús también hiere.
En su Vida, cuenta Teresa cómo se produjo la herida:
“veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. ” (V 29,13)
La devoción a Cristo.
“Había sido yo tan devota toda mi vida de Cristo...Y así siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor, en especial cuando comulgaba” (V 22 4 y 6M 7,6).
Nota del autor: todavía queda por exponer para el próximo artículo a Santa Teresa como persona que reconoce cuanto le impidió caminar hacia el cielo y cómo se apoyó en la presencia de Dios
De la primera carmelita doctora de la Iglesia, interesa conocer ante todo los dos grandes fundamentos de su “cielo en la tierra”: su relación personal de amor con Dios uno y trino y su amor a Cristo, camino y puente para ir al Padre.
Una relación personal de amor con Dios.
La Teresa creyente tiene fe en Dios uno y trino con su belleza y poder. La Teresa cristiana contempla al Amor que le ama y que tanto ha hecho por ella. Y Santa Teresa mística siente a Dios en lo más íntimo de su alma con una presencia intensa, inolvidable, que produce la suspensión de sus facultades. ¡Es el Dios que por amor está como prisionero en el centro de su ser! Para Teresa de Jesús, Dios tiene una expresión concreta en la humanidad de Jesús.
La Teresa creyente ante el Dios uno y trino.
En sus poesías y obras, describe algunos rasgos de Dios, en especial su belleza: ¡Oh hermosura que excedéis/ a todas las hermosuras!/ Sin herir dolor hacéis,/y sin dolor deshacéis, /el amor de las criaturas” (¡Oh hermosura que excedéis!).
Y en las Moradas escribe: ”como ya estas moradas se llegan más adonde está el rey, es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender (4M1, 2).
El Dios que presenta Teresa es el Juez poderoso lleno de misericordia: “mas bien sabe Su Majestad que sólo puedo presumir de su misericordia; y ya que no puedo dejar de ser (3M1,3 ). En otra ocasión “se le muestrta la Santísiima Trinidad, todas tres Personas, con una inflamación. Tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios”(7M 1,7).
La Teresa cristiana ante el Dios del Amor que ama.
Como buena discípula de Jesús, Teresa agradece a Dios la obra creadora y redentora: “Vuestra soy, pues me criastes,/vuestra, pues me redimistes (Vuestra soy, para Vos naci).
Agradece a Dios sus relaciones de amor y de verdad:”Dios no deja de amarnos No deja de nos amar / nuestro Dios y nos llamar, / sigámosle sin recelo, /monjas del Carmelo (Hacia la Patria).
Cristo como el camino y el puente para ir al Padre.
La carmelita reformadora gozó de múltiples visiones de Jesús destacando su hermosura y el “flechazo” recibido en la transverberación
La hermosa humanidad de Jesucristo.
En las quejas siente la presencia de Jesús en visión hermosa, como en un espejo y en ocasiones con espanto: quejas del Señor porque son pocos los que le aman: “díjome: ¡Ay, hija, qué pocos me aman de verdad! “(V 39 y en 6M 8,2; 39,5; 6M 9,3 y 4; V 38 y cf. V 28 y en 33 y 37). De una manera o de otra, con visión agradable o espantosa, Teresa siente muy cercano al Señor (V 39).
Y Jesús también hiere.
En su Vida, cuenta Teresa cómo se produjo la herida:
“veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. ” (V 29,13)
La devoción a Cristo.
“Había sido yo tan devota toda mi vida de Cristo...Y así siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor, en especial cuando comulgaba” (V 22 4 y 6M 7,6).
Nota del autor: todavía queda por exponer para el próximo artículo a Santa Teresa como persona que reconoce cuanto le impidió caminar hacia el cielo y cómo se apoyó en la presencia de Dios