¿Son los valores, los pilares del hombre?

Desde los años de seminario, he seguido la literatura sobre el tema. Actualmente, y más por la vía de Internet, la información, es casi infinita. No intento profundizar en el tema, objeto de la axiología, ética, derecho, moral cristiana, etc. En el mundo, “feria de valores” será oportuno enfocar el tema de los valores como los “pilares” del hombre, de su ser y de su vivir hoy día. Y me decido por responder a unas cuantas preguntas.


¿Por qué dar tanta importancia al tema de los valores?
Porque, en definitiva, son los que rigen nuestra conducta. El valor es lo importante para la persona, lo más significativo. De hecho el sacrificio está justificado por la exigencia del valor que aceptamos. Y es que los valores son como los pilares o columnas que sostienen la vida.

Toda persona tiene unos criterios sobre las acciones, personas y cosas que fundamentan su vida a manera de columnas que la sostienen o de focos que iluminan el camino a seguir. A estos criterios o principios llamamos valores en general porque versan sobre algo que apreciamos dada su importancia para el desarrollo personal o comunitario

¿Existen valores objetivos que configuran el SER de la persona?
Efectivamente. Todos reconocen como tales valores objetivos los que se refieren a la dignidad de la persona con sus derechos humanos: la vida, el honor, la justicia, la verdad, la libertad, la paz, etc. Como tales, son los valores universales. Estos valores objetivos se traducen en criterios para todos e integran lo que podemos denominar “ética universal o cósmica”.

Sin embargo es difícil concretar los valores en sí mismos con modalidad ético-jurídica. ¡Qué difícil resulta afirmar que determinado criterio es “absoluto”! Más aún, hoy día existe una mentalidad que niega la validez para todos los principios morales, especialmente cuando contrarían a la propia conciencia y son considerados como “un atentado” contra la libertad personal. Pero quede claro la existencia de valores objetivos, universales y absolutos, que integran el ser de toda persona.

Nuestro VIVIR ¿puede ser configurado por valores personales?
Somos libres. La historia confirma el hecho y el derecho a elegir los valores. Es una de las funciones principales de la libertad. Cada persona, según la edad, elige e interioriza aquellos valores que dan sentido a su vida. Si se entiende bien, son valores que pertenecen al sujeto, son subjetivos, con sus ventajas y riesgos.

La ventaja está clara: se trata del derecho a vivir según los valores personales elegidos. Alguno de los inconvenientes: fácilmente se puede pasar del criterio subjetivo a la actitud subjetivista de quien erige su conciencia como árbitro supremo e infalible para obrar tal y como lo cree conveniente. Parecido al subjetivismo es el criterio relativista de quien se ampara en frases como “todo es relativo”, todo “depende” de la cultura y situación....para legitimar repuestas contrarias a la ética.

En el HOY de nuestra cultura e historia, ¿somos creadores o víctimas de los valores que rigen nuestra conducta?

En principio la persona adulta goza del derecho a construir o crear los valores para su conducta. Ahora bien, lamentablemente, el influjo externo es tan fuerte que muchas personas “beben” los valores que les brinda la tradición, el ambiente, -la calle-, los medios de comunicación social, las amistades influyentes, los educadores, los padres de familia o los profesores. Todos podemos beneficiamos del aire puro pero nadie escapa a los efectos de la contaminación. Tampoco escapamos fácilmente del entorno que “configura” los criterios que rigen la conducta.

Esa es la realidad: somos en parte creadores y en parte víctimas.
Cuántas personas, especialmente los jóvenes, son como desprotegidos éticos, víctimas de los valores que atentan contra la dignidad personal y social. Sin embargo la persona éticamente madura tiene más posibilidades para elegir con plena libertad lo que debe regir su vida, sea o no conforme con lo que otros opinen.

¿Como VIVIR HOY los valores de manera coherente con nuestro SER de personas?
Estamos ante el problema más importante de toda educación y de la progresiva autoformación. En una tarea tan amplia de la pedagogía me limitaré a estos criterios:

1º La interiorización sigue al convencimiento. Existe el peligro de aceptar sin discernimiento personal, sin estar convencidos. O de aceptar porque gusta.

2º Interés por la coherencia. No se trata simplemente de elegir bien los valores sino de examinar las respuestas. Se trata de vivir como se piensa, de responder de acuerdo con lo aceptado. Tarea difícil pero necesaria.

3º Es comprensible la incoherencia....pero no justificada. Que nuestra conducta no se acomoda a tal valor aceptado, bueno, pero que se reconozca la incoherencia. También se puede afirmar que el hombre es incoherente “por naturaleza”.

4º Pero atención a la dicotomía o esquizofrenia ética: por un camino nuestros criterios y por otro las respuestas. El problema se acentúa cuando justificamos tal conducta;

5º Es posible este proceso: “cuando no vivimos según pensamos, terminamos pensando como vivimos”. Un ejemplo: cuando primero cumplimos un determinado valor o un precepto o una determinada virtud pero después actuamos en contra, la tentación en la que muchos caen es la “desvalorización de tal valor”, del precepto o de la virtud. Vamos, lo de la zorra: están verdes.

6º Enriquecer la vivencia de los valores aceptados. No es suficiente con un cumplimiento, digamos “legalista”. El valor se enriquece unido al amor, la ilusión y el entusiasmo. Los valores constituyen “la mística” que rige la conducta de las personas.

7º Ser consecuente con la fe aceptada. Si una persona de modo sereno y sincero prescinde de los valores religiosos, allá su conciencia. Pero si uno manifiesta su condición de creyente, de cristiano o católico, se impone ser consecuente y no aparcar los valores aceptados. Hay que ser consecuentes para ser coherentes.

Y una última pregunta para el próximo artículo ¿cuándo la persona vive según su dignidad por la coherencia con los valores elegidos?
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