Esto es lo que vivimos cada día en la liturgia durante lo que llamamos la “octava”. Cada día se nos recuerda “el primer día de la Semana”, aquel en el que Jesús se apareció a las mujeres y a los discípulos.
Este año me ha impresionado particularmente la imagen de María Magdalena: -Mujer, ¿por qué lloras?. Y más aún, su respuesta: “- Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde le han puesto”.
El Señor la llama por su nombre, y ella le reconoce como ¡Raboni!, Maestro.
Que el Maestro, que ha resucitado, nos ayude a reencontrarnos con Él, nos enseñe el camino que lleva a la Vida. Que Él, al llamarnos por nuestro nombre, nos haga descubrirle vivo y vivificante. Y qué Él nos ayude a buscarle siempre y a pesar de todo: ¿Qué pasa que a veces perdemos la esperanza? ¿Qué pasa que nos curvamos sobre nosotros mismos? ¿Qué pasa que…..? Se han llevado al Señor. No dejemos que nadie nos lo arrebate. Tampoco le quitemos del horizonte de nuestra vida.
Dejemos de buscar entre los muertos al que VIVE. Lo encontraremos en Galilea, En medio de los hermanos y hermanas que necesitan que les anunciemos con nuestros gestos y actitudes, con nuestras vidas, que Él vive.