Manos Unidas presentó su LI Campaña contra el Hambre exigiendo el cumplimiento de los Objetivos del Milenio “Debemos acabar con el hambre y la pobreza: nos lo exigen 1020 millones de personas”

(Jesús Bastante).- "Acabar con el hambre y la pobreza es el principal reto de Manos Unidas desde su nacimiento, hace ya 50 años. 1020 millones de personas nos lo exigen, y no como una cuestión sólo de justicia, sino de la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad". Así presentó este mediodía la presidenta de Manos Unidas, Myriam García Abrisqueta, la LI Campaña contra el Hambre de esta ONGD católica, que este año lleva por lema "Contra el hambre, defiende la Tierra" y que trata de vincular la pobreza y la desigualdad con el deterioro del medio ambiente.

Con la tristeza del horror de Haití -250.000 muertos oficiales- todavía presente -"que no se nos olvide", reclamó- Abrisqueta incidió en la necesidad de cumplir los Objetivos del Milenio, una meta casi quimérica, pero todavía posible. Especialmente, dos de ellos: "erradicar la pobreza extrema y el hambre" y "asegurar la sostenibilidad medioambiental". Con un mensaje duro, rotundo: "Las agresiones al medio ambiente nos están pasando factura y afectando, como siempre, a los más desfavorecidos. Y no queremos ser agoreros, pero las cifras hablan por sí solas: el número de hambrientos, de personas que cada día se acuestan con el estómago vacío, pensando si comerán al día siguiente, lejos de disminuir, aumenta cada año".

Personas con nombres y apellidos, que esperan una respuesta. "Y por eso estamos aquí -incidió la presidenta de Manos Unidas-, porque no nos cansamos de denunciar que las cosas, tal cual están concebidas, no funcionan". Porque urge un cambio de mentalidad, y pasar de las bonitas palabras a los hechos.

Los hechos son que Manos Unidas está trabajando en 692 proyectos repartidos por todo el mundo, que el año pasado fueron posibles gracias a los 53,7 millones de euros recaudados (41,7 de fuentes privadas, y 11,9 del sector público). Los hechos son que Manos Unidas está presente, desde hace décadas, en los rincones del sufrimiento. Ahora también en Haití. "Estábamos desde antes, estamos ahora y nos quedaremos cuando se vayan otros", asumió Waldo Fernández, responsable de América Central y Caribe de esta organización.

Abrisqueta fue especialmente incisiva con la situación del país caribeño. "Las imágenes del dolor en su estado más puro todavía nos sobrecogen y nos hacen plantearnos: ¿si Haití no hubiera sido uno de los países más pobres del mundo las consecuencias habrían sido las mismas?". La respuesta, categórica: "No. Ese horror del que hemos sido testigos deriva, una vez más, de la injusticia", afirmó la presidenta de Manos Unidas, que trabaja en el país desde hace más de 30 años.

"No olvidéis al pueblo haitiano, pero no sólo a ellos; no os olvidéis tampoco de tantos millones de personas que os necesitan para salir adelante", concluyó Abrisqueta. Por su parte, Waldo Fernández hizo un repaso de la tragedia humana y el desamparo de Haití. "Cuando la tierra tiembla, no tiembla igual para todos", y recordó cómo, además de los 16 proyectos, por valor de casi 1,2 millones de euros, que Manos Unidas ha logrado poner en marcha en este mes, durante los tres años anteriores la ONGD financió en Haití 68 proyectos por un monto total cercano a los 2,5 millones de euros.

Para el experto, más allá de la ayuda de urgencia, hay que trabajar por una reconstrucción del país basada en la justicia y que respete la soberanía del pueblo haitiano. Por ello, reclamó una transformación de la sociedad, que reduzca la vulnerabilidad social, reconstruya la institucionalidad política y fortalezca la sociedad civil. Al tiempo, exigió la "inexcusable condonación de la deuda externa", que actualmente ronda los 900 millones de euros, prácticamente la misma cantidad que los anteriores mandatarios y sus sucesores guardan en cuentas secretas en Suiza y Miami.

Con anterioridad, monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou (República Centroafricana), y Carlos Paz Guevara, director de Cáritas San Pedro Sula (Honduras), explicaron la situación en sus respectivos países. El obispo, misionero comboniano, agradeció la treintena de proyectos de desarrollo con mujeres y niños abandonados, niños de la calle, refugiados y perseguidos, ancianas acusadas de brujería o presos que lleva a cabo en su diócesis gracias a la aportación de Manos Unidas.

"No podéis imaginar el enorme libro de lágrimas de mi pueblo", afirmó, lamentando que, como siempre, África sea la gran olvidada, y la gran esquilmada por las multinacionales.

Por su parte, Carlos Paz denunció la "terrible desproporción a la hora de distribuir la riqueza" en Honduras, un país que acaba de pasar por una tremenda crisis institucional. Parafraseando a Ellacuría, el abogado instó a "una caridad política que mueva al compromiso liberador e integrar de los pobres, que mueva al compromiso irrenunciable de bajar de la cruz a los pobres del continente". Una tarea que Manos Unidas lleva realizando durante más de medio siglo. Y que hoy sigue dando sus frutos.

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