Padre Omar, el cura que adopta a los descartados de Perú en su Hogar-milagro Padre Omar Sánchez: "Hoy se descarta al que no cumple ciertos parámetros"

Padre Omar
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A las puertas de la Iglesia y de la casa hogar que dirige han dejado recién nacidos, ancianos y personas con discapacidad

El padre Omar encabeza, desde hace tres años, la Asociación de las Bienaventuranzas, definida como como "una obra que nace del corazón de Dios" y que busca, a inspiración de la madre Teresa de Calcuta

Además del Hogar, han inaugurado una planta de oxígeno y han entregado comida a miles de personas con su proyecto Ollas Vecinales SOS. Aunque siempre tienen necesidades, asegura, la ayuda nunca ha parado de llegar

"Estoy conmovido con los gestos de solidaridad de la gente y de las instituciones. No he tenido tiempo para sentirme deprimido, aislado. Veo maravillas todos los días"

(DLF).- En las puertas de la Iglesia y de la asociación que fundó el padre Omar Sánchez Portillo han sido abandonados niños recién nacidos, ancianos, enfermos y personas con discapacidad de todas las edades, algunos de ellos con una simple nota, como en las películas.

El padre Omar dirige, desde hace tres años, la Asociación de las Bienaventuranzas, definida como como “una obra que nace del corazón de Dios” y que busca, a inspiración de la madre Teresa de Calcuta, “a los más pobres entre los más pobres”, de forma temporal o permanente, de ser necesario.

En este hogar viven más de 250 personas con historias y orígenes distintos, como una ancianita a la que abandonaron en la Iglesia con una nota en la que le advertían que tenía diabetes y esquizofrenia; o la joven embarazada que deambulaba en los alrededores de un mercado, y que fue diagnosticada con Trastorno del Desarrollo Intelectual Severo.

“Hoy se cree que aquel que no cumple con ciertos parámetros de belleza, inteligencia o capacidades no sirve. Al viejo se le descarta, al niño con síndrome de Down, también”

Fue en una entrevista con el diario peruano El Comercio, donde hizo esta afirmación y destacó las altas cifras de abortos de bebés con esta condición, principalmente en España, país en que la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ha declarado que hasta 90% de las parejas que reciben este diagnóstico deciden abortar. 

“Presentamos realidades que no se quieren ver porque es necesario. Siguiendo el ejemplo de Teresa de Calcuta, denme a mí a los que no quieren”, dijo al diario.

Precisamente en mayo de 2018 llegó Ismael, de apenas dos meses de edad y con Síndrome de Down. Su madre huyó del hospital en el que nació y el padre Omar fue a recogerlo hasta Cusco, justo el día de su cumpleaños.

En la entrevista recordó a un muchacho que fue arrojado por su familia a un basurero cuando salió de la cárcel, con SIDA, sífilis y problemas de drogadicción. “Aquí, en el hogar, vivió cuatro días. Pero murió abrazado, limpio, con los sacramentos que él mismo pidió. Se fue con dignidad”.

El milagro del COVID

De las más de 260 personas que integran el Hogar de las Bienaventuranzas, entre internos y cuidadores, 240 resultaron contagiados de COVID-19.

Pero aquí ocurrió algo que el padre Omar ha definido como un verdadero milagro: todos ellos han resultado asintomáticos.

“El caso cero fue un adulto mayor que recibimos. Él contagió a la enfermera, que tiene contacto directo con el 80% de la casa. Pero que el 100% de contagiados haya sido asintomático es un milagro. Además, porque aquí tenemos personas muy frágiles y vulnerables. Aquí hay gente que usa oxígeno por otros motivos, diabéticos, y nada. Todos han pasado el COVID sin mayor cuadro de gravedad, gracias a Dios”.

En cambio, los que no se han contagiado –agrega el presbítero- son aquellos que tienen obligaciones afuera del Hogar, como él mismo.

En estos tiempos, la labor del padre Omar no se ha limitado a la atención del Hogar de las Bienaventuranzas. Además, inauguraron una planta de oxígeno y han entregado comida a miles de personas con su proyecto Ollas Vecinales SOS. Aunque siempre tienen necesidades, asegura, la ayuda nunca ha parado de llegar.

“Estoy conmovido con los gestos de solidaridad de la gente y de las instituciones. No he tenido tiempo para sentirme deprimido, aislado. Veo maravillas todos los días. Hay un salmo que repito siempre: ‘El Señor ha estado con nosotros y estamos alegres’”.

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