Arturo Lona Reyes, modelo de auténtico cristiano según AMLO

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, recibe en Palacio Nacional al obispo emérito de Tehuantepec. 

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Un tuit poco usual para un personaje extraordinario. En Palacio Nacional, el presidente de México se toma la foto con un hombre curtido por los años a quien pone como modelo y ejemplo del ser cristiano.  Se trata de un obispo católico cuyo caminar tiene esos trazos del misionero que quiere tocar a cada uno con quienes se encuentra. Enemigo de los protocolos o tratos para adular la investidura de sucesor de los apóstoles, su vocación se ha hecho bajo el temple y crisol de la lucha en  favor de la liberación de los pobres y defensa de los pueblos indígenas de Oaxaca, es el emérito de Tehuantepec, diócesis a la cual sirvió por casi 30 años en la sede permaneciendo en ella como ninguno de sus antecesores o sucesores aun después de haber renunciado por el protocolo de la edad,  don Arturo Lona Reyes, el obispo de los pobres. Nació en 1925 en Aguascalientes y desde los ocho años inició este camino de la mano del Señor en lo que llama una vida de constante conversión.

Con salud y voluntad de hierro  sigue en sus actividades apostólicas sin cortapisas. Fue consagrado obispo a los 41 años en 1971 y hasta el 2000 sirvió a la diócesis de Tehuantepec como VII pastor que da la vida por las ovejas, mirando al cielo, pero fincando el reino en la Tierra.

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Lona Reyes tiene ese halo místico que fascina y construye la leyenda que poco a poco se convierte en mito. Ajeno a los tratos del señorío, la sencillez de Lona es el signo patente del compromiso sincero por el Evangelio y la defensa de los derechos humanos. No vacila en decir que a lo largo de su vida ha sufrido doce atentados contra su vida. En 2008 recibió el Premio de Derechos Humanos “Sergio Méndez Arceo” en reconocimiento a su compromiso y opción por lo pobres. A pesar del obligatorio retiro canónico, su biografía destaca su incansable apostolado que realiza con sus casi 94 años: “Don Arturo Lona asiste periódicamente al penal del Istmo donde realiza actividades que tienen que ver con la pastoral penitenciaria. En este penal incluso asiste a dos presos que en 1994 atentaron contra su vida pagados por los caciques de la región”.

No obstante, sabe que las fuerzas decaen. Don Arturo tiene en cuenta la necesidad de ser prudente en sus actividades sin descuidar su compromiso de vida como cristiano y sacerdote. Fundador y presidente del Centro de derechos humanos del Tepeyac, en agosto dirigió una carta desde Celaya, Guanajuato donde escribía: “En estos últimos meses mi naturaleza de hombre peregrino me dicta prudencia, aún con mis resistencias he puesto en manos de Dios y de mi familia el cuidado necesario para una pronta recuperación. Sin embargo, no he dejado de seguir el palpitar y la búsqueda del caminar de la Iglesia istmeña de la cual formo parte de manera indisoluble, tampoco me son indiferentes los esfuerzos que hacen ustedes, pueblos y organizaciones por seguir construyendo la vida desde sus dinámicas cotidianas, por los cuales siento una profunda y sensible admiración por la defensa de sus derechos humanos”.

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Lona ha visto y sufrido en carne propia el autoritarismo de los partidos y de caciques que han asolado al agobiado estado de Oaxaca, de los más rezagados y pobres de México. Su ministerio se hizo en el tiempo del PRI autoritario de dinastías y bastiones enseñoreándose sobre todos. Lona Reyes conoce las entrañas de ese sistema de partidos que se ha valido de los pobres. Ante el ascenso del movimiento de López Obrador, don Arturo no vaciló en apoyar la coalición que lo llevó a la presidencia de la República. “No voto por ningún partido” según diría a medios  en diciembre de 2017, previo al inicio del año electoral, pero aclaraba: “Morena representa sin duda la esperanza para México frente al desastre del país”. 

Lona Reyes fue reconocido en el senado a principios de febrero en una visita que hizo a la sede de la Cámara alta. Durante la sesión, Martí Batres, presidente de la mesa directiva, anunció al prelado a quien definió como “personalidad muy destacada, un defensor de Derechos Humanos, un activista en favor de los pueblos indígenas”, pero no pasaría desapercibido en esos escenarios ahora ocupados por el partido del Andrés Manuel López Obrador.  El 19 de febrero, medios de comunicación dieron a conocer una carta del obispo de los pobres al presidente de México redactada el 6 de febrero. En ella se presenta como un “obispo misionero” que sigue caminando entre las comunidades del Istmo en Oaxaca. No vacila en el texto agradecer al presidente López Obrador por la “sensibilidad y sencillez” que tiene hacia los pobres. También daba su apoyo y reconocimiento por la lucha emprendida en contra del robo de combustible en adhesión a las palabras del presidente de la CEM, Mons. Rogelio Cabrera, y reconociendo la autoridad de su sucesor, Mons. Crispín Ojeda, recién nombrado obispo de Tehuantepec. La carta concluye con un “Puede contar conmigo” a Andrés Manuel López Obrador.

Esa epístola le abrió las puertas de Palacio Nacional para compartir con el Ejecutivo Federal. En redes sociales, López Obrador luce con orgullo la foto que otros en la jerarquía no han podido conseguir:Hoy tuve una conversación con un auténtico cristiano, el obispo católico del Istmo de Tehuantepec, Arturo Lona”.

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La lucha de don Arturo es día a día para hacer posible el ideal del Evangelio en la teología de la liberación y de la opción por los pobres con línea clara desde que fue ordenado al sacerdocio. En estos tiempos donde se debate qué es lo clerical y cómo la Iglesia debe dejar de serlo, este obispo ha dado las claves para ser signo de contradicción que incluso le pudo haber costado la vida. Como señaló en una ocasión: “Yo soy obispo y he tenido 12 atentados y estoy vivo, ¿qué se espera de los pobres sacerdotes? Si es que queremos estar cerca de la gente a eso nos exponemos, he tenido 12 atentados y estoy vivo.  Es un riesgo dedicarse al sacerdocio (pero) hay que entrarle”.

Y en esto recomienda a todos los sacerdotes y consagrados como lo expresó a medio de comunicación en diciembre de 2018. ¿Qué recomendar a las nuevas generaciones de obispos y presbíteros? Afirma sin ningún preámbulo, franco y directo: “Ay padrecitos o futuros padrecitos: opten por los pobres, no se van a arrepentir, se los digo con la experiencia que tengo de convivir con ellos, no se van a arrepentir. Imagínense, si yo como obispo, inclusive cuando empecé a ser sacerdote, yo no tenía un sólo centavo en mi bolsa; desgraciadamente después ya tenía centavos y billetes en mi bolsa, eso no lo vayan a hacer, vivan la pobreza evangélica con alegría, como dice Santa Teresa de Calcuta: ‘sonrían a la gente’. Y cuando vean un enfermo déjenlos hablar, porque a veces vamos como padrecitos a ver a un enfermo y sólo habla el que fue a visitar al enfermo y el enfermo se quedó diciendo: ‘¿Y a qué vino ese padrecito?, a visitar, pero no me dejó decirle lo que yo quería’; cuando vayan a ver un enfermo déjenlos hablar, es un privilegio saber escuchar, y quedan contentos. Eso es lo que les digo, opten por los pobres y no se van a arrepentir”.

La sabiduría popular ha compuesto corridos en honor al buen obispo. Uno de ellos llama la atención (2017). En la prosa del pueblo, el juglar del Istmo a capela resume la biografía del anciano obispo “de corazón grande, preocupado por los pobres”. Y eso llamó la atención del mismo presidente de la República al canonizarlo para el santoral de la cuarta transformación como ejemplo de auténtico cristiano.

Aquí el corrido al padre Arturo Lona Reyes, obispo emérito de Tehuantepec

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