Los obispos lanzan convocatoria para consagrar a México al "Espíritu de Dios"

En 1924, la nación mexicana fue consagrada al Espíritu Santo. La lucha posrevolucionaria desembocó en una persecución contra la Iglesia que duró tres años en una guerra civil; los tiempos de violencia y crisis, así como el clima electoral que México vive en el 2009, hacen que los obispos de México lancen la convocatoria para renovar la consagración hecha en la segunda década del siglo XX.
El próximo 20 de abril, al iniciar los trabajos de la Asamblea del Episcopado Mexicano, los fieles católicos serán convocados desde las 10:00 hrs para estar presentes en la Insigne Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe donde se realizará la consagración de las familias y de las instituciones al Espíritu de Dios.
A las 17:00 hrs. iniciará la eucaristía de consagración en el mismo recinto que resguarda la tilma de san Juan Diego, con la presencia del episcopado mexicano y del nuncio apostólico, el arzobispo Christoph Pierre.
Los motivos y la convocatoria fueron publicados en el sitio de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Viernes, 03 de abril de 2009
CONSAGRACIÓN DE MÉXICO AL ESPÍRITU SANTO
ANTECEDENTES
Hace 84 años, es uno de los actos del Congreso Eucarístico Nacional de 1924, los Obispos consagraron nuestra patria al Espíritu Santo.Aunque la petición de esa consagración estuvo respaldada por más de doscientos mil católicos mexicanos adultos. El hecho pasó relativamente desapercibido entre las grandes solemnidades del Congreso Eucarístico. Por eso los Obispos resolvieron ratificar la consagración, rodeado cada uno de su pueblo en sus respectivas diócesis, el día de Pentecostés, 31 de mayo de 1925, día consagrado a la Santísima Virgen María Mediadora de todas las gracias.
Las vicisitudes históricas y políticas por las que México atravesó casi en seguida, lo llevaron a una seria persecución religiosa en la que muchos de nuestros hermanos derramaron su sangre por la confesión de la fe y por el amor a Cristo Rey y Señor. Y, ¿de quién, sino del espíritu Santo, recibieron la fuerza de lo alto para ser testigos de Cristo, aún a costa de sus bienes y de su vida?
SITUACIÓN HOY
Ante el grave momento que vivimos, marcado por la crisis económica, la violencia generalizada, la invasión del narcotráfico, los secuestros, la pérdida de los valores humanos, etc., el Episcopado Mexicano ha decidido renovar la consagración de nuestra patria al Espíritu Santo. Apreciamos como una verdadera gracia de Dios el hecho de que nuestra patria se haya consagrado entonces al Espíritu Santo y nos parece necesario renovar esa consagración en nuestros días.
Por lo mismo, deseamos vivamente que todos nuestros sacerdotes y fieles se hagan conscientes de la gracia que México recibió hace 84 años, que con nosotros den gracias a Dios y que, en la oración, el estudio y la reflexión personal y comunitaria, se dispongan a renovar, a nivel nacional, su Consagración al Espíritu Santo para que todos seamos verdaderos hijos de Dios, hermanos en Cristo de todos los hombres y actuemos con poder en la proclamación del Evangelio y en la salvación integral de México y el mundo.
Esta Consagración es un acto de fe y esperanza con el que manifestamos nuestra firme confianza en Jesucristo, el señor de la historia, que guía nuestros pasos con la sabiduría y fuerza de su Espíritu, en estos momentos de duras pruebas. Pues creemos, es imposible esperar de los solos esfuerzos humanos la solución a tan grandes problemas; los creyentes estamos anclados en la esperanza que nos produce la Palabra del Señor: “Les daré un corazón nuevo y un Espíritu nuevo. Quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que se conduzcan según mis preceptos y observen y practiquen mis normas (Ez 36,25-27)”.
Esto es lo que esperamos de nuestro buen Dios con la Consagración de México al Espíritu Santo. Que a todos nos dé Dios un corazón lleno de amor y de perdón, y nos renueve y guíe con su Espíritu.
QUÉ ES UNA CONSAGRACIÓN
Consagrar nuestra patria al Espíritu Santo no es un acto piadoso son más, es tomar conciencia de que Dios nos ha elegido para Él, para su servicio, para dar frutos de santidad. Es proclamar a Jesucristo como el dueño y Señor de la historia. Es comprometernos en la tarea de hacer de México un templo donde vivan y reinen el amor, la paz, la concordia, los valores.
Consagrar es una acción de Dios con la que Él reserva para sí y destina a su servicio, por mediación de la iglesia, a la criatura que se le ofrece respondiendo a su llamado. De ahí que, consagrarnos al Espíritu Santo, es abrirnos a su divino influjo y ofrecernos para que nos consagre. En realidad, ya fuimos consagrados por Él en el bautismo y la confirmación y, la entrega que ahora queremos reiterar, significa aceptar consciente y libremente la Consagración de la cual fuimos objeto entonces, recibir con renovada fe el Don de Dios Altísimo, entregarnos a Él y comprometernos a ser dóciles a su acción para que manifieste en nosotros y a través de nosotros su divina eficacia, haciéndonos vivir como verdaderos cristianos para edificación de la Iglesia y el mayor bien de todos.
Esto supone una sincera conversión. Cada persona y cada grupo saben o deben tomar conciencia de cuáles con los aspectos de su vida en los que Dios les pide conversión, tanto en la vida persona y familiar, como en la vida social y eclesial, sea que se trate de laicos o de religiosos y sacerdotes.
Convertirse es reconocerse pecador y arraigado en el mal; es renunciar al pecado y a las ataduras con que nos esclaviza; es pedir perdón y confiar en que se recibe; es conocer la Voluntad de Dios y dedicarse a cumplirla.
Convertirse, también es reconocer que no tenemos la capacidad para vivir la nueva vida que Dios nos pide con la conversión. La experiencia nos da testimonio de que somos incapaces de cambiar nuestra conducta por nosotros mismos y que necesitamos el auxilio poderoso del Espíritu que cambie nuestros corazones. Cuando uno está más necesitado, tanto más debe acercase al que es la fuente perenne de luz, de fortaleza, de consuelo y de santidad.
Por consiguiente, la Consagración al Espíritu Santo, requiere que nos presentemos con humildad ante Dios, reconociendo que tenemos necesidad de ser salvados, insistiendo en una oración llena de confianza y dispuestos a ratificar nuestra entrega con acciones, mediante las cuales, la vida de Dios se haga presente en nosotros y en las circunstancias que vivimos.
No pensemos, por otra parte, que la Consagración al Espíritu Santo ha de ser un acto transitorio. Ha de ser un proceso permanente de conversión y de entrega en la fe viva y en un amor comprometido, mediante el cual secundemos la acción del Espíritu para que vaya transformando nuestra existencia hasta hacer aparecer la figura de Cristo en nuestras vidas y en las circunstancias familiares, educativas, económicas, políticas y religiosas de nuestra patria.
CONVOCATORIA
Por eso convocamos a la Iglesia católica de México, desde las 10:00 hrs. del día 20 de abril, cuando se inicia la Asamblea del Episcopado Mexicano, para que estén presentes, en espíritu y de corazón, en la Insigne Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, donde consagraremos nuestras familias e instituciones al Espíritu de Dios.
A las 17:00 hrs. será la solemne eucaristía de consagración de todo el país, con la presencia de todos los señores Obispos del país y de su Excelencia el Nuncio Apostólico.
Creemos que la acción del Espíritu Santo que renueva la paz de la tierra nos conducirá a confesar con la libertad de hijos de Dios que Jesús es el Señor, no sólo de nuestras personas, sino de la sociedad y sus estructuras, del mundo con sus bienes, y de todos los hombres con sus legítimas aspiraciones, con sus gozos y esperanzas.
Creemos que el Espíritu de caridad unificará los distintos grupos dentro de la iglesia, dará luz y generosidad a las familias cristianas para realizar su misión, iluminará a los responsables de la educación, moverá a llevar una vida económica según la enseñanza de la iglesia sobre la justicia social, impulsará a muchos a la práctica de una actividad política en consonancia con las exigencias de la fraternidad humana y del amor cristiano y llevará a los religiosos y sacerdotes a vivir, en el gozo y gratitud al Señor, la entrega de su vocación, comprometidos más que nunca con la iglesia en su verdadera renovación.
Creemos que el Espíritu, que es exigente, nos saque de cualquier anquilosamiento y nos libere de toda pereza de corazón, de lo mediocre, de lo cansado, de lo lánguido y sin valor, con el fuego celestialmente vivo y nos haga sinceros y exigentes con nosotros mismos para estar a la altura de la hora presente.
Creemos que le soplo potente, animoso y seguro del Espíritu, nos dará creatividad para presentar el Evangelio de siempre ante un pensamiento y una sociedad en cambios constantes y nos infundirá la audacia necesaria para ser los cristianos que Dios quiere que seamos en las presentes circunstancias, decididos a las más radicales empresas ante una situación extrema.
Todo esto que creemos, lo esperamos de nuestra Consagración al Espíritu Santo, junto con nuestra renovación personal y con la gracia de ser transformados por el Espíritu de Santidad en la imagen del Hijo a fin de que todos los católicos mexicanos presentemos ante los ojos del Padre y a la mirada de los hombres, en toda circunstancia personal, familiar y social, el verdadero rostro de Cristo.
Que la Santísima Virgen María, que en el Cenáculo perseveró en oración con los Apóstoles implorando con sus ruegos el Dios del Espíritu, y que en su advocación de Guadalupe fue la mediadora de la Consagración Solemne de la Nación Mexicana, hace 84 años, ahora nos presida y nos ayude a renovarla a fin de que su Hijo Jesucristo derrame sobre la Iglesia en México y sobre todo el pueblo mexicano, una renovada plenitud de Espíritu Santo y dador de vida nueva.