Los favoritos del Reino

La epifanía del Señor es un signo de esperanza. Sabemos que unos sabios llegaron ante el Niño para adorarle y le presentaron riquísimos regalos, dignos de un rey, un soberano distinto, mesías, Rey de reyes y Señor de señores. Los sabios venidos de tierras lejanas se enfrentaron a los poderes locales, Herodes, quien al saber de su presencia, se asustó y alarmado los mandó llamar para saber del paradero del recién nacido.
Los sabios fueron advertidos en sueños y, después de presentar su tributo, regresaron a sus tierras por otro camino y así ignorar a Herodes. Cada 6 de enero, los niños son agasajados con obsequios, un día especial para ellos al saber que, como Jesús, representan lo más preciado para cada familia, padre o madre. Cada 6 de enero debería ser un reconocimiento por la vida e inocencia de un niño y niña quienes, con gran ilusión, van a sus camas tratando de conciliar el sueño ante la visita de los misteriosos sabios; pero, a la vez, el 6 de enero, es un llamado de atención sobre lo que hemos hecho con niños y niñas que no disfrutan de un regalo y son víctimas del abuso, la trata y la explotación. Niños y niñas quienes, desde su nacimiento, no tienen ni las más elementales condiciones de vida digna, hogar decoroso, el amor de padres o madres y son objeto de la envidia, el egoísmo y la avaricia al ser usados como mercancías. Niños y niñas quienes son reclutados por el crimen organizado para ser sicarios y matones a sueldo, pequeños sin futuro, sin infancia, condenados a hacer cosas de adulto.
Los sabios de oriente se inclinaron ante un bebé pobre, nacido en un oscuro rincón de un pueblo. Y esos extranjeros nos enseñan ahora que en cada oscuro y repugnante rincón de nuestras ciudades, hay un niño que debe ser amado y querido para ser protegido y adorado, reconocido como "favorito" en el Reino de los Cielos.
Felicidades a todos los niños y niñas en este día de la Epifanía.