La Gaceta de Sophía No.15 CUIdadanía, territorio femenino

La “CUIdadanía” no distingue géneros, sin embargo, ancestralmente, las mujeres han llevado la delantera de esta forma de estar en el mundo, contagiando y animando para que cada vez más personas decidan ponerse en marcha

Los ojos mandan la información al cerebro que inmediatamente mueve las letras. Donde dice “cuidadanía”, leemos “ciudadanía”. Vamos a Google, y preguntamos al Diccionario de Lengua Española por la palabra “CUIdadanía”, y en menos de un segundo nos informa que esa palabra no está en el Diccionario.

Si le preguntamos al Diccionario por la palabra “ciudadanía”, ningún problema: “Cualidad y derecho de ciudadano”, primera acepción; y como segunda, “conjunto de los ciudadanos de un pueblo o nación”. O también, «una persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a su vez a sus leyes»

Así que estamos ante algo que podría ser la ecografía de la incipiente gestación de una nueva palabra, “CUIdadanía”, a la que iremos alimentando con el profundo significado que tiene para que llegue a ser reconocida y aplaudida, aunque muchos ni se lo puedan imaginar.

La otra palabra, “ciudadanía”, la que tiene sitio en el Diccionario, la que no da nada que sospechar a nivel lingüístico, habrá que mirarla de frente y ver la depreciación a la que está sometida si miramos la realidad de tantos millones de personas en el mundo que no se les reconoce su cualidad y derecho de ciudadanos. Antes o después habrá que entender que “ciudadanía” habría de formar parte del paquete de derechos humanos.

La primera diferencia entre ciudadanía y “cuidadanía” es la forma de obtenerla. La ciudadanía se obtiene por nacimiento, jus solis, por herencia jus sanguinis, por adopción dependiendo de la legislación de cada país.

En cambio la “CUIdadanía” es innata y sólo hace falta la decisión para ejercerla, no importa dónde hayas nacido o quienes hayan sido tus padres, ni cuáles sean las leyes del país donde vives.

Para asumir la “CUIdadanía” no sirven las leyes sino una masa crítica de seres humanos que han decidido ser cuidadores y cuidadoras de lo más vulnerable en cualquier sociedad, y cuya decisión afecta a generaciones. Es imprescindible un proceso vivencial individual que lleve a un definitivo proceso colectivo.

“CUIdadanía” no figura en el Diccionario, pero sí “Cuidar”: “asistir, guardar, conservar. Cuidar a un enfermo, la casa, la ropa. Cuidar de la hacienda, de los niños”. Y con este breve significado nos vamos dando cuenta de que estamos empezando a pisar territorio femenino.

La “CUIdadanía” no distingue géneros, sin embargo, ancestralmente, las mujeres han llevado la delantera de esta forma de estar en el mundo, contagiando y animando para que cada vez más personas decidan ponerse en marcha.

Ha sucedido así desde la antigüedad, y no era un tema de elección. Las mujeres estaban relegadas al ámbito doméstico, al cuidado de los niños, los ancianos, todo lo relativo al bienestar de la familia, la casa, la comunidad... El cuidado era el ámbito donde la mujer se movía. Y no sólo hay que hablar en pasado…

¿Significa esto que los hombres carecen de las cualidades para ejercer el arte del cuidado? De ninguna manera. Todo ser humano está o debe estar preparado para cuidar. Quizás es lo primero que aprende al llegar a la vida. Un bebé no puede sobrevivir sin ser cuidado. Todos necesitamos cuidados.

La “CUIdadanía” se ejerce desde la libertad, da el derecho, la responsabilidad y la capacidad para crear nuevas relaciones inspiradas en la atención al otro. Se desarrollan relaciones nuevas porque tienden a mantenerse en el territorio del cuidado y la supervivencia como conductos principales, transmisores de una nueva cultura que llena el corazón de iniciativas que favorecen a quienes no tienen ningún bien material para retribuir. Favorece a aquellos que se contabilizan pero no cuentan.

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La “CUIdadanía” es un paso superador de la ciudadanía, porque no se trata de deberes y derechos impuestos por las leyes del lugar, sino del deseo personal de aportar a la comunidad  todo mi potencial para que quienes viven en dicha comunidad puedan tener la oportunidad de crecer y desarrollarse. Para que los más débiles tengan quienes les den una mano. Para que los poderosos tengan quien les marque un camino de solidaridad poniendo los recursos generados al alcance de todos.

Esto no significa que alguien te vaya a obligar a hacerlo, sino es apuntar, a través del amor, a generar deseos de colaborar en la construcción de una sociedad más justa.

La “CUIdadanía” cree más en el poder del contagio que en la fuerza de las leyes. Está relacionada con la conversión del corazón; es ajena a la imposición de autoridad alguna. Por eso, cuidar tiene un no sé qué de libertad que vincula al amor gratuito. Esta será la gran revolución del ser humano, pendiente de poner en marcha a gran escala. No crea jerarquías. Todos tienen la posibilidad de dar. Favorece también a aquellos que son capaces de compartir dones y bienes para cuidar a los demás.

La esperanza es que sean cada vez más las personas que deseen obtener la “CUIdadanía”. No hay trámites que hacer, sólo aceptar la invitación de mirar alrededor y comenzar a cuidar lo que necesite ser cuidado. La “CUIdadanía” no se impone, se elige libremente.

¡Qué se abran las puertas del amplio territorio del CUIDADO, que no es tema de género sino de humanidad!

Enlace para leer toda La Gaceta: https://www.traslashuellasdesophia.com/so/3cO33SoxE#/main

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