No merece la pena, piénsatelo.

"Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí". Decía la madre Teresa.
Esta frase y no sólo frase, sino sentir del corazón, debería de hacernos reflexionar o tantas otras sabias del refranero español como “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
La vida es un pasar, un caminar día a día donde cada uno con nuestra forma de ser y actuar ante ella y ante los demás vamos labrando una estela por la que nos recordarán y por la que nos juzgarán. Nuestro ser, sentir o actuar es lo que va a quedar.
De nada nos servirán nuestras arcas llenas de dinero o presumir de una determinada marca en nuestra ropa. En la muerte y en la enfermedad es el único lugar donde todos somos iguales. Si de verdad nos creemos esto ¿de qué presumimos en la vida?
Estoy segura que todos hemos leído más de una vez y de dos el versículo 25 del evangelista San Mateo: “Lo que hagáis con uno de estos, mis hermanos, me lo hacéis a Mí”. Todos somos conocedores de la teoría, pero la mayor parte de las veces se queda en eso: en simple teoría…
No esperemos a mañana porque no existe, tampoco el ayer, que ya pasó, solo cuentas con el ahora, el momento.
Da lo mejor de ti, deja a un lado la soberbia, el aparentar, la discordia, el genio, tantas cosas que no nos llevan a ningún lado y de lo que tanto presumimos…
La vida es demasiado corta como para desgastarla en cosas inútiles que mucho consideran primordiales…
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