La muerte de un incomprendido
Ante una muerte injusta siempre queda un vacío incomprendido. Me viene a la cabeza en este momento el accidente tan reciente del avión ¡¡¡cuántos por qués, cuánto dolor y sufrimiento!!!...
Los discípulos no entendían, María no entendía, en ocasiones, nosotros tampoco, pero no faltaba esa petición de fuerza al Padre con un “Hágase”, ¡qué situaciones tan duras de desgarramiento interior, de impotencia! y en medio de eso, cuando uno lo vive en primera persona, ¿Quién es capaz de pronunciar ese “hágase”? ella lo hizo, ¿por qué no, nosotros? ¿Quizá falta de fe?...
Sabemos que Él también sintió y sufrió el miedo al fracaso, al dolor, al sufrimiento, a la soledad… posiblemente este sea el momento de silencio ante el misterio del dolor en todos los sentidos.
Pienso en una persona enferma, incapaz de asumir su debilidad, actuando inconscientemente como si su vida fuera perfecta y detrás, el dolor de las personas más cercanas con lágrimas casi de sangre intentando entender, estando al pie como María, abatidos por el dolor.
En ese momento como los discípulos le llamas, le pides entender, pero en demasiadas ocasiones hay que conformarse con el silencio. Sabemos que en el horizonte siempre está la cruz, no siempre bien entendida, pero hagamos un esfuerzo sobrehumano por levantar la mirada y ser capaces de pasar de esa cruz a la resurrección. Quienes vivís el dolor en tantos sentidos, sé que es difícil, pero intentemos entender que la cruz nos lleva a la VIDA con mayúsculas.
Felices días de Pascua y Resurrección.