Supongo que la mayoría recordareis el texto de Mt 14,22 sobre los discípulos en la barca en el mar de Galilea cuando Pedro deja de confiar y llama a gritos a Jesús.
Creo que eso nos pasa un poco a todos, que cuando dejamos a un lado quien da verdadero sentido a nuestra vida, ésta empieza a tambalearse y las cosas se complican aún más.
Demasiadas situaciones de todo tipo acontecen en nuestro caminar diario y en más de una ocasión nos ha surgido el interrogante de cómo seguir andando sobre todas esas olas. Pero cuando estamos seguros de quien nos mira y sostiene nuestra mano, entonces las cosas empiezan a cambiar, que no significa que desaparezcan, pero sí su perspectiva.
Él nos invita a mantener la vista alta, a mirar hacia delante porque en medio de la tormenta siempre surge la duda y el temor, pero no olvidemos que nunca deja de extendernos su mano si nosotros la queremos coger.
Nos dice y recuerda: “Estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”.
En nosotros está no bajar la mirada para evitar ahogarnos…