La Santa Sede deplora el uso de municiones de racimo Balestrero: "La adhesión y el respeto al derecho internacional no es una debilidad, es una obligación jurídica"

En su discurso pronunciado este 16 de septiembre, en Ginebra, el Observador Permanente recordó que las municiones en racimo siguen causando víctimas inocentes e instó a las naciones a compartir la responsabilidad de ayudar a la población civil: "Promover negociaciones eficaces sobre desarme y control de armamentos"
(Vatican News).- "Es urgente restablecer un equilibrio pacífico en las relaciones internacionales y continuar un esfuerzo coordinado para promover el desarme en favor de la consolidación de la paz". Así lo afirmó este 16 de septiembre, el arzobispo Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en Ginebra, en su discurso en la decimotercera reunión de la Convención sobre Municiones en Racimo.
El nuncio enfatizó que "es una obligación legal" trabajar para promover la adhesión de más países a la Convención, "particularmente en lo que respecta a la asistencia a las víctimas", pero también en la prevención. Expresó su gratitud por el compromiso de Filipinas en este sentido y celebró la adhesión de Vanuatu a la Convención.
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La fuerza de la razón, no la de las armas
"La adhesión y el respeto al derecho internacional", afirma el Arzobispo, "incluido el derecho internacional humanitario, no son una forma de debilidad. Al contrario, son una noble forma de responsabilidad hacia toda la humanidad". Los tratados de desarme no son solo obligaciones jurídicas, sino también un compromiso moral con las generaciones futuras. Es verdaderamente "mediante la fuerza de la razón, no mediante la fuerza de las armas, que la justicia avanza". Por lo tanto, la Santa Sede deplora el uso de municiones de racimo, con sus peligrosas consecuencias para la población civil, en los conflictos armados. Como "familia de naciones", enfatiza el Arzobispo Balestrero, "la asistencia a las víctimas debe considerarse una responsabilidad compartida, arraigada en la cooperación y la solidaridad internacionales".

Las inversiones en armas son un escándalo
El nuncio presenta cifras que ponen de relieve el profundo desequilibrio entre el gasto militar —más de 2,7 billones de dólares el año pasado— y los limitados recursos asignados a la asistencia a las víctimas de conflictos o a los necesitados, a alimentar a los hambrientos y a promover el desarrollo humano integral. Lo califica de "escándalo" y, por lo tanto, "no es posible una paz duradera sin un verdadero desarme". «La obligación de proveer a la propia defensa no debe convertirse en una carrera armamentista». Si bien es «legítimo y necesario» que cada país salvaguarde su soberanía y seguridad, es inevitable que el fortalecimiento del poder militar afecte la confianza entre las naciones.
"La obligación de proveer a la propia defensa no debe convertirse en una carrera armamentista"
El derecho a la legítima defensa no es absoluto
«De hecho», afirma el Observador Permanente, «el derecho a la legítima defensa no es absoluto. Debe ir acompañado no solo del deber de minimizar y, cuando sea posible, eliminar las causas profundas o la amenaza de conflicto, sino también del deber de limitar las capacidades militares a las estrictamente necesarias para la seguridad y la legítima defensa». La acumulación excesiva de armas, incluidas aquellas con efectos indiscriminados, también conlleva el riesgo de alimentar la carrera armamentista, contribuyendo a una desestabilización que puede conducir a una situación dramática para todos. La Santa Sede insta a ser «decidida en la promoción de negociaciones efectivas sobre desarme y control de armamentos y en el fortalecimiento del derecho internacional humanitario», reafirmando el valor absoluto de la dignidad humana y la centralidad de la persona.

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