El Papa denuncia la situación de exiliados y prófugos que escapan del hambre y la muerte “Dios quiso tener un padre y una madre como nosotros”

(Jesús Bastante).- A mediodía, la plaza de Colón, pero también Barcelona, Loreto o Nazaret se unieron al Angelus del Papa en San Pedro de Roma. Ante una multitud -había más gente en el Vaticano que en Madrid-, el Papa reivindicó el papel de las familias como "auténtica escuela del Evangelio", donde pervivan tres palabras clave: permiso, gracias y perdón.

Arrancó Bergoglio recordando que "Dios quiso nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre, como nosotros". En la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa quiso recordar especialmente a los exiliados, como José, María y Jesús debieron huir a Egipto. "José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los prófugos, marcada por la incertidumbre y el malestar", resaltó el pontífice, quien recordó cómo "desgraciadamente, día tras día los periódicos y la televisión dan noticias de prófugos que huyen del hambre y la guerra, y otros peligros graves, en busca de una seguridad y un vida digna para sí mismos y su propia familia"

"Van a tierras lejanas, aun cuando encuentran trabajo, no siempre encuentran acogida y respeto, ni aprecio de los valores de los cuales son portadores. Sus legítimas expectativas se encuentran con situaciones complejas que parecen insuperables" añadió el Papa, quien pidió "pensar en el drama de los emigrantes y refugiados, víctimas de la trata de personas y la esclavitud".

También, en los "exiliados escondidos", esos que "pueden existir dentro de nuestras propias familias, los ancianos por ejemplo, que a veces son tratados como una presencia molesta. Muchas veces pienso que un signo de cómo funciona una familia es ver cómo tratan a los niños y a los ancianos".

"Jesús quiso ser un exiliado para que nadie se sienta fuera del amor de Dios", recordó el Papa quien insistió en que "Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, donde experimenta el rechazo y el abandono. Pero Dios está también allí donde el hombre sueña y espera volver a su patria en libertad".

Al término, y antes de citar a las celebraciones en Loreto, Barcelona, Nazaret y -de pasada- Madrid, Francisco reivindicó la simplicidad de la vida de la familia de Nazaret, "una comunidad de amor y perdón recíproco", y pidió recordar, en voz alta -hizo que todos lo gritasen-, las tres palabras clave para vivir en paz en familia: "permiso, gracias y perdón".

"Cuando en una familia no se es invasor y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta, se aprende a decir gracias, cuando en una familia uno se da cuenta que ha hecho algo que no está bien y sabe pedir perdón, en esa familia hay paz y hay alegría".

"Quisiera también animar a las familias que tomen conciencia de la importancia que tienen en la familia y en la sociedad. El anuncio del Evangelio pasa ante todo a través de la familia, para después alcanzar los distintos ámbitos de la vida cristiana", culminó el pontífice, quien se despidió con una oración, escrita de su puño y letra que servirá para el Sínodo de Obispos sobre la Familia.

Oración Papa Francisco a la Sagrada Familia:

«Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.

Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.

Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios

Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén.

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