"Pensemos en tantos emigrantes que sufren tanto y no tienen trabajo ni papeles" Francisco denuncia a "los mercaderes de carne humana"

(José M. Vidal/Agencias).- Amenaza lluvia en la Plaza de San Pedro, pero la gente la sigue llenando. El árbol de Navidad y el belén continúan al pie del obelisco. Francisco, como todos los domingos, vuelve a la cátedra de la ventana, la que utiliza para lanzar sus mensajes de renovación y para nombrar cardenales sin que los propios interesados lo sepan. El poder directo y sin intermediarios de la "cátedra de la ventana". Y desde ella arremete contra los "mercaderes de carne humana" y asegura que lso emigrantes están "en el corazón de la Iglesia".

A las 12 en punto, el Papa se asoma a la ventana entre el clamor de los fieles. Y comienza como siempre: "Queridos hermanos y hermanas, buenos días"

Frases de su catequesis

"El que toma sobre sí el pecado del mundo"

"Jesús vino a liberarnos de la eslcavitud del pecado"

"¿Cómo? Amando. No hay otra forma de vencer al pecado"

"Jesús es el Siervo del Señor"

"Él es el verdadero cordero pascual"

"El Bautista ve ante sí a un hombre que se pone en fila con los pecadores, para hacerse bautizar"

"La masa enorme del mal sobre los hombres de un acriatura frágil y déil"

"El cordeno no es un dominador ni agresivo, si nodícil y pacífico"

"Así es Jesús, como un cordero"

"¿Qué significa para nosotros hoy?"

"Poner la inocencia en el lugar de la malicia y la humildad en en lugar de la soberbia"

"En vez de fuerza, amor; en vez de prestigio, servicio"

"No podemos vivir como una ciudadela asediada, sino colocada sobre un monte, abierta, acogedora y soldaria"

"No asumir actitudes de cerrazón, sino proponer el Evangelio de todos"

"Seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres"


Saludos después e la catequesis y la bendición

Recuerda la jornada mundial del emugrante y del refugiado.

Saluda a los emigrantes de Roma

"Estáis muy cerca del corazón de la Iglesia"

"No perdáis la esperanza de un mundo mejor"

"Os deseo que viváis en paz en los países que os acogen, conservando vuestras culturas de origen"

Da las gracias a todos los que trabajan y defienden a los emigrantes de los "mercaderes de carne humana"

Agradece especialmente a los hermanas y hermanos Escalabrinianos, que trabajan en ese campo de la emigración.

"Pensemos en tantos emigrantes que sufren tanto y no tienen trabajo ni papeles"

"Una oración por ellos"

Saluda también a los fieles presentes y especialmente, a los peregrinos españoles de Pontevedra, Coruña, Murcia y Badajoz.

"Buen domingo, buen apetito, arrivederci"


Texto íntegro de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada el pasado domingo, hemos entrado en el tiempo litúrgico llamado "ordinario". En este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, cerca del rio Jordán. Quien la describe es el testigo ocular, Juan Evangelista, que antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del Bautista, junto con el hermano Santiago, con Simón y Andrés, todos de Galilea, todos pescadores. El Bautista ve a Jesús que avanza entre la multitud e, inspirado del alto, reconoce en Èl al enviado de Dios, por esto lo indica con estas palabras: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! » (Jn 1,29).

El verbo que viene traducido con "quitar", significa literalmente "levantar", "tomar sobre sí". Jesús ha venido al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargándose las culpas de la humanidad. ¿De qué manera? Amando. No hay otro modo de vencer el mal y el pecado que con el amor que empuja al don de la propia vida por los demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene las características del Siervo del Señor, que «soportó nuestros sufrimientos, y aguantó nuestros dolores» (Is 53,4), hasta morir sobre la cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el rio de nuestro pecado, para purificarnos.

El Bautista ve ante sí a un hombre que se pone en fila con los pecadores para hacerse bautizar, si bien no teniendo necesidad. Un hombre que Dios ha enviado al mundo como cordero inmolado. En el Nuevo Testamento la palabra "cordero" se repite varias veces y siempre en referencia a Jesús. Esta imagen del cordero podría sorprender; de hecho, es un animal que no se caracteriza ciertamente por su fuerza y robustez y se carga un peso tan oprimente. La enorme masa del mal viene quitada y llevada por una creatura débil y frágil, símbolo de obediencia, docilidad y de amor indefenso, que llega hasta el sacrificio de sí misma. El cordero no es dominador, sino dócil; no es agresivo, sino pacifico; no muestra las garras o los dientes frente a cualquier ataque, sino soporta y es remisivo.

¿Qué cosa significa para la Iglesia, para nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en el lugar de la malicia la inocencia, en el lugar de la fuerza el amor, en el lugar de la soberbia la humildad, en el lugar del prestigio el servicio. Ser discípulos del Cordero significa no vivir como una "ciudadela asediada", sino como una ciudad colocada sobre el monte, abierta, acogedora y solidaria. Quiere decir no asumir actitudes de cerrazón, sino proponer el Evangelio a todos, testimoniando con nuestra vida que seguir a Jesús nos hace más libres y más alegres.

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