"El lenguaje corporal de la mayor parte del episcopado causa desconfianza" Lluis Duch: "En el catolicismo hay una ruptura de confianza muy peligrosa"
(José Manuel Vidal).- Lluis Duch es un monje de Montserrat, teólogo y antropólogo de referencia mundial. Algunos le califican de "singular y estimulante", características que se advierten en seguida al asomarse a sus obras. La última de ellas, "Religión y Comunicación" de la editorial Fragmenta. Denuncia "la administración del miedo" para ejercer el poder, pide a los obispos que presten atención a su "lenguaje corporal" y al portavoz de la CEE, que transmita "una imagen de enorme misericordia".
Me ha llamado mucho la atención su término "empalabrar".
Utilizo esta palabra desde hace bastantes años. Cuando tradujeron un libro mío del catalán al castellano, se pusieron en contacto conmigo para decirme que en castellano se decía "apalabrar". Yo les dije en seguid que no intentaba expresar el término "apalabrar", es decir, ponerse de acuerdo; sino que lo que quería decir con "empalabrar" era "poner en palabras". Hacer entrar la realidad en palabras. Se parte de la base de que el ser humano es un ser parlante. Entonces, desde que nace hasta que muere, continuamente está empalabrando la realidad. Para mí la palabra abarca todas las expresividades humanas. No reduzco la palabra a la oralidad. La gestualidad, los lenguajes corporales, los lenguajes insinuativos, la ética... todo eso también forma parte de la palabra humana y, por consiguiente, los comportamientos éticos también son formas de empalabramiento. Las palabras son al mismo tiempo pensamiento, acción, sentimiento... Para el ser humano existe lo que es capaz de expresar. Refiriéndome al momento actual, hablo siempre de una "crisis pedagógica" o de una "crisis gramatical". Esto es algo que empieza en la primera enseñanza: el caudal de léxico de los niós y adolescentes actualmente es muy limitado. Consiguientemente, si el léxico es muy limitado, quiere decir que no hay palabras para designar a Dios o a las grandes cuestiones. Es una cuestión de secular importancia.
¿Los jóvenes tienen cada vez menos palabras?
Sí. Por eso el misterio no existe para ellos, porque lo que no se nombra no existe. La fractura de la palabra conlleva la fractura de sentido. La tradición habla del "homo locuens", el ser parlante, capaz de representar y representarse. Calderón de la Barca lo expresa perfectamente cuando habla del escenario del gran teatro del mundo. Por eso para mí la teatralidad es una categoría antropológica muy importante, porque los seres humanos somos actores de nuestra realidad y de nuestro entorno.
La realidad actual, ¿pasa sin lugar a duda por los medios de comunicación? ¿Vivimos la época de mayor dominio de los mass media?
Yo diría que sí, porque las sociedades humanas siempre se han fundamentado en la confianza. Tanto la familia, la escuela, la política, la religión...Y ahora asistimos a una quiebra muy importante de la confianza, a todos los niveles. En todas las que yo llamo "las estructuras de acogida", es decir, las entidades cuya misión es transmitir palabras para que las personas podamos empalabrar la realidad. Es decir, para que seamos capaces de construir nuestro espacio y nuestro tiempo. El espacio y el tiempo antropológicos, que son los que nosotros construimos para habitar, porque habitar es la forma característica del vivir humano. Habitar implica una construcción de nuestro espacio y nuestro tiempo. aquí inciden otros muchos factores, como la cuestión de la tradición, que es un término muy vidrioso. Pero los seres humanos somos seres tradicionales, desde la biología, la gastronomía, los códigos... La tradición no se desarrolla en vistas al pasado, sino en vistas al presente y al futuro. Por tanto, la verdadera tradición es la que se recrea, no la que se limita a repetir lo que sucedió. Yo siempre cito un sermón que dice: "O Cristo es nuestro contemporáneo, o nosotros somos los contemporáneos de Cristo". Yo creo que Cristo es nuestro contemporáneo. Nosotros no podemos ser contemporáneos de Cristo. Eso se aplica a la tradición: si nosotros pretendemos ser contemporáneos de Cristo, esto es el tradicionalismo funesto de "cualquier tiempo pasado fue mejor". En cambio, si Cristo es nuestro contemporáneo, nos encontramos en una situación de vida.
¿Por qué ese tradicionalismo está sedimentándose en la Iglesia Católica?
Creo que hay un factor que es omnipresente en la realidad humana, que es el miedo. Y junto con el miedo, la administración del propio miedo. En muchísimas ocasiones el ejercicio del poder consiste en la administración del miedo. El miedo a mí mismo y el miedo a los otros. Esto puede ser muy provechoso desde el punto de vista del poder político, religioso...
¿Como control?
Sí. Como amenaza para el futuro. Yo lo llamo "los simbolismos de la amenaza". El gran ejemplo es el infierno, muestra de la capacidad simbólica que es unidad radical de los seres humanos. El ser humano para vivir necesita de lo ausente, lo ausente pasado y lo ausente futuro. Ésta es una idea sacada directamente de las Confesiones de San Agustín, que dijo que "para construir el presente del presente, necesitamos del presente del pasado y del presente del futuro". Esto es muy importante, porque nosotros no somos lo que somos ahora mismo, sino que tenemos unos precedentes, y también unos consecuentes. Lo peligroso, a mi modo de entender, es que sacrifiquemos el presente del presente por una rememoración más o menos nostálgica del pasado, o por la euforia que nos hacemos del futuro. Lo que importa es el presente.
¿El miedo y la tradición llevan a refugiarse en el pasado?
El miedo, y según qué interpretación de la tradición. Las tradiciones en España han tenido un papel muy importante, y yo creo que continúan teniéndolo, con otras formas y otras imágenes. Entonces, la respuesta del momento presente (que es lo que nos debería importar) queda coartada por esa apetencia de pasado o por los sueños de futuro. Yo creo que el ser humano constantemente tiene que mediar entre la rememoración y la anticipación, justamente para hacer efectivo y real su momento presente.
En la introducción de su obra "Religión y comunicación", habla usted del miedo al pluralismo.
Los seres humanos, a causa de nuestra finitud y de nuestra falta de acceso a la totalidad, estamos siempre limitados, determinados de alguna manera por el medio en el que vivimos. Una lengua o una cultura nos ofrecen sólo unas cuantas posibilidades. Por eso en antropología no se puede decir que esta cultura es mejor que la otra o que esta lengua es mejor que la otra. Todas tienen ventajas e inconvenientes. Entonces, ante esta situación, el ser humano tiene miedo a la agresión. Y el pluralismo en el fondo es el reconocimiento de que todas las tradiciones tienen su derecho a existir. Eso suele causar muchos inconvenientes.
¿Cómo entronca eso con la "dictadura del relativismo" de la que tanto habla Benedicto XVI?
Creo que aquí hay una confusión terminológica muy grande. Si entendemos por relativismo una posición de pasar de todo, yo no estaría de acuerdo. Ahora, si entendemos por relativismo el hecho de que los seres humanos somos relación, relatividad, que no tenemos en nuestras manos lo absoluto, sino que trabajamos, nos movemos, sentimos... en términos parciales, de perspectiva, el término cambia. Y la confusión es muy dañina. Porque cuando se acentúa la situación contra el relativismo, surge una especie de absolutismo metafísico. Por tanto, cuando se habla de relativismo se debería dejar muy claro qué se entiende con ese término. Si se entiende que todo sirve, que todo da igual, que todo es indiferente... Entonces yo no estoy de acuerdo. Pero, si se da a entender que algo puede ser lo mejor para mí, y no necesariamente lo mejor para otro, en esto sí que estoy de acuerdo.
¿Cree que hay una ruptura de confianza en el catolicismo?
Sí, una ruptura muy peligrosa que da mucho que pensar.
¿Por qué se produjo esa ruptura?
Bueno, la confianza es algo que casi no puede alimentarse. Es un prejuicio, pero no en el sentido banal peyorativo. Es un pre-juicio, algo que precede a los juicios. Confiamos en alguien sin demostraciones.
¿No se puede ganar la confianza con el tiempo?
Se puede ganar o perder, pero no de una manera argumentativa, sino casi como una iluminación.
¿Como un sentimiento?
Sí, como algo que está ahí antes de cualquier toma de posición, de cualquier determinación.
¿La falta de confianza es motivada por la pérdida de credibilidad?
Sí, así se pierde la confianza. Hay personas muy crédulas o muy ortodoxas que, a partir de un hecho concreto sin importancia, han dejado de creer. Y no hay una relación de causa-efecto entre el incidente que ha acaecido y la actitud posterior, porque la confianza es un prejuicio, es algo anterior. No tiene argumentación como las matemáticas o los discursos estéticos. El problema es que actualmente la estructura de acogida que da confianza son los medios. Esas frases tan manidas de "lo vi en la televisión, lo escuché en la radio, lo leí en tal sitio..." son prejuicios, porque esa persona estaría dispuesta a creer cualquier cosa que dijese aquel medio en el que confía.
Entonces, si la Iglesia Católica en este momento es una de las instituciones peor valoradas en cuanto a confianza, ¿está imposibilitada para transmitir su mensaje?
Claro. Se puede hablar de una crisis de transmisiones. La pérdida de confianza se debe a lo que ha acontecido en la historia.
¿En la historia reciente?
Sí, aunque seguramente tiene unos antecedentes lejanos. Yo creo que la única manera de recuperar la confianza es el testimonio.
¿Y para dar testimonio tendríamos que perder ínfulas de poder?
Claro, porque el poder es máximamente argumentativo. Yo he estudiado bastante a fondo el poder en el nacionalsocialismo, y aunque parezca que no, era argumentativo. Goebbels y demás jefes nazis pensaban que debían tener el poder absoluto para recuperar el vigor de la raza, para realizar una tarea de tipo higienista y depurar a los que habían alcanzado un nivel de enfermedad sin posibilidad de recuperación (que ésta es la causa profunda de la eliminación de los judíos, y no, como suele pensarse, una cuestión de antipatía o simpatía porque ocupaban todas las cátedras y eran muy ricos: Rosenberg y demás nazis pensaban que la raza judía había llegado a un nivel de degradación que resultaba irrecuperable). Es decir, que no era sólo cuestión de maldad moral, sino también maldad ontológica, porque tenía su propia argumentación de la maldad.
¿La imagen de la jerarquía española tiene mucho que ver en la pérdida y en la recuperación de la confianza?
Sí, claro, porque los seres humanos necesitamos indudablemente de los artefactos de la imagen, que no sólo dicen, sino que quieren decir. Cuando se habla de la imagen se tiene que ser muy cauto, porque puede dar lugar a lo mejor y a lo peor. Por eso la distinción entre icono e ídolo es muy importante. La imagen en principio es neutra, pero la definimos y la determinamos en función del sujeto humano que se pone ante la imagen.
¿Y el portavoz? ¿El que transmite esa imagen?
Al transmisor lo que se le pide es que dé testimonio. Que adecue su vida concreta, sus declaraciones y su vida cotidiana a lo que dice que cree.
¿Qué imagen tendría que transmitir, entonces, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española para hablar en nombre de la Iglesia?
En primer lugar, una enorme misericordia. En las palabras, en las actitudes y en los gestos. Nosotros decimos mucho más a través de nuestro lenguaje corporal que a través de las palabras. Hace unos mese me invitó a Madrid el Consejo General del Poder Judicial. Yo les dije que, ante un testimonio, actuarían muy mal si sólo se fijasen en el lenguaje oral. El lenguaje corporal es mucho más significativo. Y creo que el lenguaje corporal de la mayor parte del episcopado causa desconfianza.
Algunos titulares:
Desde que nace hasta que muere, el hombres continuamente está empalabrando la realidad
Las palabras son al mismo tiempo pensamiento, acción, sentimiento
Si el léxico es muy limitado, quiere decir que no hay palabras para designar a Dios o a las grandes cuestiones
Los jóvenes tienen cada vez menos palabras, por eso el misterio no existe para ellos
La verdadera tradición es la que se recrea, no la que se limita a repetir lo que sucedió
En muchísimas ocasiones el ejercicio del poder consiste en la administración del miedo
En antropología no se puede decir que esta cultura es mejor que la otra o que esta lengua es mejor que la otra
Cuando se acentúa la situación contra el relativismo, surge una especie de absolutismo metafísico
La única manera de recuperar la confianza es el testimonio
Para el ser humano existe lo que es capaz de expresar
El portavoz del episcopado tendría que transmitir una imagen de enorme misericordia en las palabras, en las actitudes y en los gestos