El contexto histórico del momento en que se proclama el Misterio Pascual

Cuarto Domingo de Pascua  –A  -    J 10,1-10     -      30 de  abril  2023

En su Homilía del cuarto domingo de Pascua, Mons. Romero se refiere a la importancia del contexto histórico del momento en que se proclama el Misterio Pascual.   Lo ilustra refiriéndose a las tres lecturas de este domingo.   Encuentra en estas lecturas la motivación de la contextualización histórica concreta de una homilía.

Nos dice[1]:  "Homilía significa una sencilla homilía de un pastor que celebra la Palabra de Dios para decir a quienes reflexionan sobre ella que esta Palabra de Dios no es una palabra abstracta y etérea, sino una palabra encarnada en la realidad en la que vive la comunidad reunida."  En realidad, una homilía sin la mención o referencia a los acontecimientos concretos (cercanos, en la comunidad, alrededor, en el país y en el mundo) es un soplar al viento.

Refiriéndose a la lectura de los Hechos de los Apóstoles, “ese primer sermón, que es una pauta de la predicación, no prescinde de las circunstancias, anuncia el gran mensaje: Cristo ha resucitado para esperanza y perdón de los que lo siguen. Pero en su sermón, Pedro (…) anuncia el gran pecado, denuncia el pecado de los hombres: ¡Ustedes lo mataron! Y tanto que (…) los corazones de aquellos hombres se sintieron conmovidos: ¿qué haremos hermanos?.  Eso quiere la Iglesia: inquietar las conciencias, provocar crisis en la hora que vive. Una Iglesia que no provoca crisis, un Evangelio que no inquieta, una palabra de Dios que no levanta roncha -como decimos vulgarmente – una palabra de Dios que no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿qué Evangelio es ese?”

Refiriéndose a la primera epístola de Pedro: “Tienen en la segunda lectura, donde anuncia las maravillas del Cristo humilde que como oveja es llevada al matadero.; sin embargo, Pedro, denuncia que la causa de esa muerte ha sido el pecado y, denuncia el descarrío de los hombres. ….  Este es el papel de la Iglesia: no prescindir de las circunstancias y decirle a los hombres su propio pecado para que se arrepientan. “

También ve la importancia del contexto en el evangelio de hoy: “Sólo por la puerta entran los legítimos dueños del rebaño. El que salta por otro lado es ladrón, es bandido.  Miren como en las palabras de Cristo, de quien esperamos siempre amor, dulzura, cuando es necesario coge el látigo y fustiga a los ladrones, a los bandidos, para maltratar.  El látigo de Cristo está dando duro a todos estos atropellos de su tiempo. (…)  y a estos  fustiga  el Señor, para estos fariseos hipócritas, para estos pastores egoístas, para estas sinagogas  sin misericordia, para estas  autoridades eclesiásticas de su tiempo, el divino profeta, Cristo nuestro Señor, que fue duro contra el pecado donde quiere que se encuentre,  ya sea en Herodes, en Pilatos, también en los pontífices , en los sacerdotes, El los reprende y para ellos es la comparación, para que aprendan a ser como Él que es el Buen Pastor y para que su Iglesia sea lo que tiene que ser: una casa de la misericordia del Señor, donde los pecadores no encuentren el reproche, la excomunión, la dureza, sino la acogida, el abrazo de nuestro Señor que los llama para el perdón.”

Ven, entonces, cómo las  tres lecturas son el modelo de la predicación de la Iglesia?  Anuncia las maravillas de la resurrección,  pero no olvida las circunstancias  concretas del pecado en que se anuncia esa maravilla.”

Monseñor Romero estaba dotado del don de la palabra. Este arzobispo sencillo, a veces incluso tímido, cambiaba su presencia en cuanto comenzaba su homilía, especialmente en las celebraciones eucarísticas, después del Evangelio.   Decía verdades evangélicas proféticas, proclamaba el núcleo de nuestra fe en el contexto histórico de la sociedad y de la Iglesia de su tiempo.  No podía ni debía ser de otro modo.  Encuentra su motivación y justificación en el mensaje bíblico.  Lo muestra de nuevo.   Pero siempre recordará tanto a los representantes del sistema de "la muerte" existente (militares, políticos, oligarcas, dueños de fábricas y haciendas,...) como a los miembros y dirigentes de las organizaciones populares que ese contexto no debe aislarse del núcleo del mensaje pascual.  En realidad, tanto la derecha como la izquierda no escuchaban su mensaje central, pero siempre trataban de interpretar ese contexto en su propio beneficio.

Ahora volvamos a hoy. 2023.  En estos aportes para la homilía dominical a la luz de Mons. Romero, ya varias veces hemos llamado la atención sobre la importancia de los acontecimientos históricos (nacionales, internacionales y también eclesiásticos), el contexto concreto.   Hoy vuelve a aflorar con toda su nitidez.   En las tres lecturas de la liturgia vemos ejemplos de esa contextualización.   La Primera Iglesia , siguiendo a Jesús mismo, no se andaba con rodeos.  "Uds lo mataron. Proclamamos su resurrección, nuestra salvación". "Por sus pecados fue llevado al matadero".   "Son ladrones y bandidos que no entran en el redil por la puerta, sino que saltan la cerca.  Yo soy el Buen Pastor".  Y cada vez, todo esto iba dirigido muy concretamente a oyentes específicos.

Es un lenguaje chocante.  ¿Sería posible proclamar hoy el Misterio Pascual, la Buena Nueva de la Resurrección de Jesús, sin un "lenguaje tan chocante"?  ¿O tenemos miedo al conflicto con los líderes políticos, con los hombres fuertes de la economía, incluso con los líderes eclesiásticos, ...? 

Benoit Standaert escribe[2] : "En tiempos en los que se vive y alaba el martirio, el lenguaje de la resurrección aparecerá e incluso florecerá[3] como algo natural.  Pero aquellos para quienes la vida ya no es una lucha en medio de todo tipo de amenazas, poco o nada recurrirán a este mensaje de la "resurrección de entre los muertos" o "resurrección de la carne". Entonces ese lenguaje chocante sí que se percibirá como demasiado difícil, y lo dejarán sin usar o incluso lo rechazarán".

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

  1. ¿Cómo proclamamos hoy el Misterio Pascual en el contexto de nuestra realidad histórica?
  2. ¿Dónde están hoy las dificultades para dar testimonio de la resurrección de Jesús como Buena Noticia también para nuestra generación?
  3. ¿Qué necesitamos cambiar (¿urgentemente?) en nuestra forma de ser Iglesia para que el mensaje de la resurrección de Jesús sea audible hoy, para que la gente quiera arriesgarse en el camino del Evangelio?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo II – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 416-417 

[2] Traducción libre de “De Jezusruimte. Verkenning, beleving en ontmoeting.  Lanno, 2017, blz171”

[3] En la misma cita de B. Standaert: Monseñor Romero habría dicho: si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño

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