¿ES ISRAEL UN PUEBLO ELEGIDO?

Varias personas preguntan: ¿Es Israel el pueblo elegido por Dios? Mi respuesta es que hay que diferenciar el Israel bíblico  del actual estado de Israel. Pues no son los mismo. Veamos.

                                           El Israel de la Biblia                   

El antiguo pueblo de Israel, conocido también como pueblo hebreo, tiene su origen en Abrahán, Isaac y Jacob. Abrahán procedía de Us de Caldea (hoy Irak). Vivió hacia el año 1800 antes de Cristo Emigró desde su tierra a la tierra de Canaán. Fue recibido por Melquisedec, el rey y sacerdote cananeo de Salem (hoy Jerusalén). A Abrahán se le considera el padre del monoteísmo, es decir la creencia en un solo Dios, en medio de un mundo donde cada pueblo y cultura tenía sus propios dioses. Esta fe en un Dios único contribuyó a que los descendientes de Abrahán tomaran conciencia de ser un pueblo elegido para anunciar al mundo el plan de Dios sobre la historia.

Jacob, nieto de Abrahán, emigró con toda su familia desde Canaán a Egipto, que era una nación poderosa y rica en el delta del río Nilo. Con Jacob al pueblo hebreo se llamó también Israel. En Egipto los descendientes de Jacob se multiplicaron. Allí vivieron y trabajaron durante 400 años. A medida que pasaba el tiempo, el pueblo hebreo fue cada vez más oprimido por los faraones. Cuando comenzaron a organizarse para defender sus derechos, el faraón aumentó la explotación y la represión (Ex 5,4-9). El pueblo hebreo fue sometido a un régimen de esclavitud. Moisés, hijo de este pueblo, sintió por inspiración de Dios que debía liberar a su pueblo de la esclavitud del imperio del faraón de Egipto (Ex 3,7-12). La liberación de la esclavitud fue el acontecimiento fundante del pueblo de Israel.

Una vez lograda la libertad, Moisés vivió la experiencia de la Alianza de Dios con ese pueblo en la montaña del Sinaí. Fue un líder con una fuerte experiencia del Dios liberador que no quiere que ningún pueblo o persona someta a otros a la esclavitud. De parte de Dios entregó al pueblo unas leyes que garantizaran una sociedad justa, igualitaria, solidaria, con una opción por los pobres (huérfanos y viudas) y abierta a los extranjeros, conocidas como las leyes de la fraternidad:  Lv 19,13;  Lv 25,9,10; Lv 23, 23; Lv 25, 35-39;  Nu 26, 53-54;  Dt 15,4; Dt 15,7-8; Dt 24, 14-15, porque Dios es el creador de todos los seres humanos. De esta manera, con Moisés y los profetas, el pueblo hebreo, o nación de Israel, fue descubriendo la presencia de Dios en su vida. En este sentido decimos que la Biblia es Palabra de Dios.

Tras un largo peregrinar por el desierto, el pueblo hebreo se instaló en la tierra de Canaán. Se le unieron otros pueblos nómadas del desierto y multitud de cananeos pobres, que no estaban de acuerdo con la tiranía de los reyes de las ciudades-estado de Canaán, quienes vivían con lujos acosta del trabajo de los campesinos. Así pues, muchos cananeos, en vez de reconocer a su rey como dueño y señor, reconocieron como rey a Yahvé, el Dios liberador de los israelitas. Así, juntos trataron de construir una democracia participativa con las leyes de la fraternidad.

Hacia el siglo IX antes de Cristo, aparecen los profetas que hablan al pueblo de Israel en nombre de Dios. Denuncian la conducta indigna de los dirigentes de Israel, la injusticia e hipocresía de muchos israelitas. Exhortan a la conversión y anuncian la venida de un gran profeta, un mesías, que llevaría a plenitud el proyecto salvífico de Dios para todo el mundo.  Los profetas proclamaron que Dios ama a este mundo y que exige que todos los seres humanos, sin distinción de nacionalidades y culturas, vivamos como hermanos. De ahí, las leyes de la fraternidad que he señalado, con una opción preferencial por los más pobres y vulnerables.

El pueblo de Israel fue apartándose del proyecto original. Instauró una monarquía que lo dominó sin piedad. (Véase 1Samuel 8,4-19). Israel cayó en una monarquía dictatorial y en un nacionalismo exclusivista, racista y xenófobo. Olvidó que su experiencia de liberación de la esclavitud de Egipto es un mensaje para toda la humanidad. Hizo de su religión un culto vacío, sin tener en cuenta que el culto que Dios quiere es la práctica de la justicia y la misericordia (Mt, 23,23). Véase también la parábola del buen samaritano (Lc 10, 29-37).

El profeta Isaías, en nombre de Dios, se dirige al pueblo de Israel, diciendo:

“Este pueblo me honra con los labios,-dice Dios-,

pero su corazón está lejos de mí” (Is 29,13).

“No quiero ofrendas inútiles.

El incienso me causa horror…

Cuando rezáis con las manos extendidas, aparto mis ojos para no veros.

Aunque multipliquéis vuestras plegarias, no las escucho,

porque hay sangre en vuestras manos.

Lavaos, purificaos. Alejad de mis ojos vuestras malas acciones,

dejad de hacer el mal y aprended a hacer el bien.

Buscad la justicia, dad sus derechos al oprimido,

haced justicia al huérfano y defender a la viuda” (Is 1,11-17).

Los profetas bíblicos presentan a un Dios universal, que está al lado de los pobres, que acoge a los forasteros, a los inmigrantes, un Dios misericordioso que perdona siempre que nos reconocemos pecadores. Un Dios de vida y de esperanza para la humanidad sufriente. Un Dios que no quiere la muerte sino la vida.

El rey Salomón (siglo IX a.C) ejerció su mandato tiranizando y oprimiendo a las tribus del norte (1 Re,12,4-11). Esto dio lugar a que los habitantes del norte proclamaran como rey a Jeroboán, constituyendo el reino de Israel en la región de Samaría. Así hubo una división: el reino del norte se llamó Israel y el reino del sur Judá. El término judío hace referencia a los habitantes del reino de Judá. Comenzó a utilizarse este término durante la cautividad de Babilonia, siglo VI antes de Cristo, para caracterizar   su identidad religiosa.

En el tiempo de Jesús existía una rivalidad entre judíos y samaritanos. Los dos se consideraban “pueblo de Israel” y “pueblo elegido” (Jn, 4, 4-26). En el pueblo judío había dos corrientes religiosas: una, la oficialista, centrada en el culto del templo de Jerusalén, indiferente al dolor de los pobres y enfermos; y la otra corriente, propia del pueblo humilde y sencillo, con una espiritualidad de carácter ético-profético. En esta corriente se encontraba Juan el Bautista.

En el corazón de este pueblo nació Jesús. Fue un laico de una región marginada y despreciada, Galilea. Se situó en la corriente de los profetas (Isaías, Amós, Jeremías, Miqueas…). Se presentó como el enviado de Dios (Lc.4,18-21). Proclamó el reino del amor, el reino de la fraternidad humana, que él llamó “reino de Dios”, porque Dios reina donde se practica el amor, el perdón y se comparte los bienes como hermanos. Se puso al lado de los pobres y desvalidos. Dijo que lo más importante de la religión no son los ritos y las ceremonias, sino la práctica de la justicia, la compasión y el servicio a los más necesitados. Señaló que “no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que pone en práctica la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21). 

Jesús se enfrentó a los dirigentes y poderosos de Israel, a los sumos sacerdotes y fariseos, llamándolos hipócritas, sepulcros blanqueados, raza de víboras (Mt 23, 27-34). Y dijo que vendrán gentes de Oriente y Occidente y se sentarán en la mesa del Reino, mientras que los que se creían los elegidos serán arrojados fuera, allí será el llanto y el crujir de dientes (Mt 8, 11-16).

En la parábola de los labradores criminales (Mateo 21,33-45), Jesús señala que Israel ya no es el pueblo elegido porque rechazó al Hijo de Dios. Lo consideró como un falso profeta y lo condenó a muerte, entregándolo al gobernador romano Poncio Pilato para que lo crucifique (Mt 27,1-2; Jn 19,6-7). Cuando murió Jesús, “la cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes” (Mt 27,51), dando a entender que la antigua Ley ya quedó superada. Por eso decimos que Israel no es ya el Pueblo de Dios. No reconoció a Jesús de Nazaret como el Cristo Hijo de Dios.

San Pablo señala, asimismo, que el nuevo Pueblo de Dios ya no es Israel sino la Comunidad de los seguidores de Jesucristo, es decir, la Iglesia. Más aún, el pueblo elegido lo constituye todos los pueblos de la Tierra que optan por vivir haciendo el bien y trabajando por la fraternidad universal, que es la esencia del reino de Dios proclamado por Jesús (Mt 25,31-46).

                                       El actual estado de Israel               

El Israel bíblico desapareció con la venida de Cristo Jesús. En Él se cumplió la promesa del Mesías anunciado por los profetas. El Sanedrín, que era la máxima autoridad de Israel, ordenó matar a Jesús (Mt 26, 57-68), como ya he señalado. Y persiguió a los seguidores de Jesús, que muchos tuvieron que huir a Siria. Poco después, el año 70 de nuestra era, tras la rebelión de los judíos contra la dominación de Roma, se entabló una guerra sangrienta. Los romanos destruyeron el templo de Jerusalén y dispersaron a los judíos. El pueblo de Israel dejó de existir como nación.

Durante casi dos mil años los judíos vivieron dispersos por muchas naciones de Europa y norte de África. También llegaron a España hasta que fueron expulsados por los “reyes católicos”. Otros países europeos también los persiguieron. Durante el siglo XIX los judíos buscaron un territorio donde tener un estado propio. En la época del nazismo, fueron brutalmente perseguidos y reprimidos. Hitler asesinó a casi 6 millones de judíos. Es lo que conocemos como el Holocausto. En el año 1948, por razones de identidad cultural y sobre todo política, un numeroso grupo de judíos constituyeron el actual estado de Israel, liderados por Ben Gurion. Invadieron territorios y ciudades de Palestina, masacrando a quieres ofrecían resistencia tanto musulmanes como cristianos. Muchos palestinos de los pueblos de la costa se refugiaron en Gaza, destacando la ciudad de Ascalón. Otros pueblos palestinos siguieron sufriendo constantes ataques de los colonos judíos. El actual primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es heredero del legado sionista de Ben Gurion en el uso de la biblia para legitimar y consolidar aún más la ocupación (David Neuhaus, jesuita).

Contrasta la imagen de Dios que presenta el actual gobierno de Israel y algunos judíos fanáticos, con el Dios revelado por Jesucristo. Muchos judíos e israelíes siguen con la idea de un Dios guerrero, que hace acepción de personas, el “poderoso de Israel”. Esta es la actitud del gobierno de Israel: la venganza, el genocidio y las masacres de gente inocente, incluidos niñas y niños palestinos. En Gaza, que es la región costera de Palestina, ha masacrado a más de cien mil personas, casi la mitad niños. Ha bombardeado viviendas, depósitos de agua, escuelas y universidades, hospitales, mezquitas e iglesias. Y cuando la población hambrienta y sedienta acude a recoger botellas de agua y algunos alimentos los ametralla, matando multitud de gente con un pedazo de pan en la mano. Gaza tiene 40 kilómetros de costa mediterránea, sin embargo, los gazatíes no pueden pescar porque las lanchas israelíes les dispara. Israel ha asesinado a multitud de médicos, periodistas y trabajadores humanitarios.  Es el mayor genocidio en lo que llevamos de siglo.

En la biblia hebrea, que los cristianos llamamos Antiguo Testamento, aparecen relatos de un Dios que aprueba matar a los habitantes de las ciudades cananeas conquistadas, un Dios que ordena pasar a cuchillo a hombres, mujeres y niños. (Nu 31,7-1;  Dt 25,17;  Dt 34,9-10; Josué 8,18 y 11,11-14; 1Samuel 15,2-8). Estos relatos no corresponden a la realidad histórica, según expertos bíblicos, como Alonso Sohökel. Fueron escritos quinientos años después de la entrada a la tierra de Canaán, durante la cautividad de Babilonia (586 a 537 a.C.), con el objetivo de levantar la esperanza del pueblo de Israel que vivía en un estado de abatimiento y depresión, sintiéndose abandonado de Dios. Sus autores trataron de recordar que Dios está con ellos y no los abandona. Son textos que no se deben leer al pie de la letra como hace la ultraderecha israelí y algunos cristianos ultraconservadores. Son expresiones literarias que contradicen al Dios que revelan los profetas y, sobre todo, Jesús de Nazaret. Véase también a David Neuhaus, s.j.

¿Qué Dios nos revela Jesús?Nos revela un Dios universal, un Dios Padre-Madre de toda la humanidad. Todos los pueblos y religiones de la Tierra que buscan el bien y trabajan por la justicia, la fraternidad y la paz son pueblo santo de Dios, porque no es la pertenencia a una determinada religión lo que nos salva sino la infinita misericordia de Dios y la actitud y práctica de vida centrada en la bondad, la compasión, el servicio a los demás y la defensa de la vida humana, como enseña Jesús en su Evangelio.

El Dios de Jesús es un Dios de vida nueva, de misericordia, de compasión y de perdón (véase la parábola del “Padre bueno”, conocida también como del “hijo pródigo”). Limpia la imagen de Dios de miedos y de temores a castigos. Desmonta la idea de un Dios vengativo y justiciero.  Deroga la ley mosaica del Talión “ojo por ojo y diente por diente” (Mt 5,38-42).

Es un Dios que rechaza la violencia, las armas y la venganza. Un Dios de Amor, como señala el apóstol Juan en su primera Carta. Jesús proclama el perdón como una característica clave de su mensaje, nunca la venganza, nunca la violencia, nunca el genocidio. Jesús enseña que Dios quiere la vida para todos los seres humanos, nunca la muerte. Dios quiere hijos, no esclavos. No quiere que unos pocos sobreabunden en riquezas a costa de que muchos vivan en la pobreza. Es un Dios justo que exige justicia y equidad, que quiere la práctica de la justicia y la misericordia como ejes de la fe en Él (Mt 23,23).

El Dios del Nuevo Pueblo de Dios, revelado por Jesús, contrasta con el Dios del actual gobierno de Israel, de extrema derecha con Netanyahu al frente, que tiene una práctica totalmente opuesta a lo que enseña Jesucristo. Hoy Israel es un estado genocida y terrorista. Los colonos judíos, apoyados por el ejército israelí, hostigan también a las comunidades cristianas, por lo que muchos cristianos se ven obligados a buscar refugio en otros países. En el año 1940 el 20% de la población era cristiana, hoy apenas es el 1%.   

Tampoco el Dios de los yihadistas musulmanes coincide con el Dios que Jesucristo nos revela. Los atentados terroristas, como los del 7 de octubre de 2023, no conducen a la paz, sino a la provocación y cruel venganza de Israel, masacrando a la población palestina.

Por todo lo dicho, desde que vino Cristo Jesús al mundo, Israel ya no es “pueblo elegido”. El actual estado de Israel no es el Israel bíblico.  Al no reconocer el Consejo de la nación  (el Sanedrín) a Jesús como el Cristo enviado de Dios, los judíos siguen esperando todavía al mesías.

Hay judíos que afirman que Israel no es una nación ni el “Estado de los judíos”. Cito a Jeffrey Sachs: “Israel no es el estado del pueblo judío. Es el estado soberano de sus ciudadanos. Yo soy judío y ciudadano de los Estados Unidos. Israel no es mi Estado. El judaísmo no es una nacionalidad. Se trata, sin duda, de una construcción sionista, Es una idea que yo, y millones de judíos en todo el mundo, rechazamos. Para mí y para innumerables personas fuera de Israel, el judaísmo es una vida de ética, cultura, tradición, ley y creencias que no tiene nada que ver con la nacionalidad. Durante 2.000 años, los judíos vivieron en todas partes del mundo, en innumerables naciones”.

Llama poderosamente la atención cómo Netanyahu y varios altos jefes del gobierno de Israel utilizan textos de la Biblia para justificar la destrucción de Gaza y la matanza de inocentes. El sacerdote jesuita de origen judío, David Neuhaus, profesor de Sagrada Escritura en Jerusalén,  lo ha denunciado en el periódico vaticano L´osservatore Romano (7 de agosto 2025), en el que decía: “No se puede usar la Biblia como arma de guerra. La Palabra de Dios nunca debe utilizarse para justificar la violencia ni la conquista territorial. Es una ofensa a Dios”.

El actual estado de Israel ha surgido invadiendo territorios palestinos y masacrando a sus        habitantes. Esto es inmoral. Hoy, si quiere vivir en paz, solo le queda el camino del diálogo para lograr la convivencia pacífica con los palestinos tanto de Gaza como de Cisjordania, nunca invadiendo sus territorios y asesinato a los que ofrecen resistencia.

Entre los palestinos unos son musulmanes, otros cristianos de diferentes denominaciones, y una minoría judía, que han convivido durante siglos en la tierra de Palestina. Es necesario el respeto entre las tres religiones monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes), pues como señalé anteriormente, lo que nos salva no es tanto la religión, cuanto la actitud del corazón y la práctica de la justicia y el amor, como nos enseñaron los profetas bíblicos y sobre todo Jesús. (Mt 7,21 y Mt 25,31-45).

Cada vez hay más israelíes y judíos en todo el mundo que denuncian el genocidio del gobierno ultraderechista de Israel en Gaza y buscan la paz y el diálogo con los palestinos, destacando los conocidos intelectuales como Jeffrey Sachs, Ilan Papé, Noam Chonsky, Judit Butler, Nandy Patinkin, Meir Margalit, Medea Benjamin. Ochenta rabinos israelíes, encabezados por Yosef Blau, condenan a Netanyahu y a Ben Gvir por los bombardeos y la muerte de niños por hambre, diciendo: “Es nuestro deber denunciar las acciones de nuestro gobierno cuando contradicen los preceptos morales de la Torá” (La nación, 20.08.2025). Más de 400 rabinos de diferentes nacionalidades han firmado una carta instando al gobierno israelí parar los bombardeos, respetar la vida inocente, permitir la entrada de una amplia ayuda humanitaria a Gaza, detener la violencia de los colonos, dialogar con Hamas para liberar a los rehenes y buscar la paz” (Equipo Ecuménico, R.D. 2 agosto 2025).  Algunos de ellos forman parte del movimiento Diálogo Interreligioso, conscientes de que la misión de las religiones es buscar juntos lo que nos une en orden a contribuir a la humanización de este mundo, porque ésta es la voluntad de Dios: que vivamos todos los seres humanos como hermanos (Fratelli tutti, Papa Francisco). 

*Fernando Bermúdez, teólogo, defensor de los derechos humanos y misionero jubilado

Alguazas (Murcia), agosto 2025

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