Qué satánico tiene que ser el sistema.
| Luis Van de Velde
“Y uno de los pecados más grandes es este, hermanos, que a mí me duele tanto: que el sistema actual de nuestra patria ha logrado el enfrentamiento de los campesinos. La misma hambre que angustia al hombre del Bloque[1] es la misma hambre que angustia también al hombre de ORDEN[2]. Y pensar también que el agente de nuestros ejércitos ha salido también del campesinado. Y cuando miro policías cuidando a campesinos, campesinos cuidando a campesinos, ORDEN enfrentándose con el Bloque, digo yo:¡qué satánico tiene que ser este sistema que ha logrado aprovechar el hambre de los hombres, ganarse el pan aunque sea persiguiendo, enemistándose, dividiéndose, cuando pertenecer a la misma pobreza.! Y en vez de ayudarles en un diálogo constructivo para que unos y otros salgan a un ambiente de más respiro, de más libertad, allí los tenemos enfrentados. Los unos aprovechando las gangas que tienen por pertenecer a algo oficial y los otros, como marginados, luchando por meterse del margen también a un justa reivindicación. Por eso digo y repito: que no son las represiones ni las violaciones las que van a arreglar esta situación. Es necesario que una sana, auténtica democracia abra los canales del diálogo para escuchar qué angustia tiene el pueblo, el campo, y se le den leyes, y se le den organización donde de veras se respire un ambiente de justicia y paz. Mientras no haya esos canales, todo lo demás son parches, y muchas veces parches violentos que , como decía Cristo, no hacen más que romper las telas viejas y hacer más trágica la situación de nuestro ambiente.”
43 años después del asesinato de Monseñor Romero y 31 años después de los Acuerdos de fin de la guerra, podemos seguir diciendo lo mismo: ¡QUÉ SATÁNICO TIENE QUE SER EL SISTEMA! En El Salvador (y en otros países, con mucha semejanza) se ve nuevamente gente pobre enfrentándose con gente pobre. Durante 30 años crecieron las “maras” en poder, en extensión, en crueldad, en violencia cautivando la mayoría de la población: gente pobre extorsionando a gente pobre, exigiendo renta a gente pobre, amenazando a gente pobre, asesinando a gente pobre. Y últimamente se mira nuevamente a miles de soldados y policías – gente del pueblo – enfrentándose con otra gente del pueblo que ha sido enrollado en bandas criminales, pero también con gente que no tiene nada que ver con la criminalidad pandilleril. Monseñor Romero denunció el sistema satánico. Y realmente sigue en pleno desarrollo. No se ha arrancado el sistema económico que genera mucha riqueza y poder para unos y mucha pobreza para otros. Ahí parece estar la raíz de la violencia social que arrastra El Salvador. Una nueva mega cárcel que se parece a una edición moderna de los pozos de olvido, debería garantizar el retorno a situaciones sin violencia de las “maras”, mientras no se hace nada para arrancar de raíz el sistema económico injusto. ¿No sería de los parches mencionados por Mons. Romero como “parches violentos que , como decía Cristo, no hacen más que romper las telas viejas y hacer más trágica la situación de nuestro ambiente”? La total incapacidad (y falta de voluntad política) para detener durante 30 años la espiral de la violencia de las maras en contra del pueblo, y para transformar la economía en beneficio de las mayorías, ha llevado El Salvador a una nueva situación trágica. Un sistema judicial históricamente frágil y muchas veces corrupto, que no duda en condenar sin los debidos procesos de justicia, sin la exhaustiva investigación, sin posibilidades de la debida asesoría y asistencia de abogados de parte de los acusados, ha condenado a miles de personas a un total de miles de años cárcel. No se ven esfuerzos por transformar el sistema económico. Monseñor Romero repite hoy: “Por eso digo y repito: que no son las represiones ni las violaciones las que van a arreglar esta situación.” Un régimen de emergencia no es sostenible y sin transformaciones profundas del sistema económico, no se resolverá la crisis.
No hay duda de que realmente ha sido necesario parar (radicalmente) ese espiral de la violencia de las maras que ya había provocado más muertos y más desplazados y refugiados que durante los 12 años de guerra. Por lo menos eso ha sido la intención arriesgándose a muchos abusos y nuevas violaciones a los derechos humanos. Pero sin arrancar de raíz el sistema económico satánico que solo genera pobreza para la mayoría, de nada servirá. Hace falta escuchar a Monseñor Romero: “Es necesario que una sana, auténtica democracia abra los canales del diálogo para escuchar qué angustia tiene el pueblo, el campo, y se le den leyes, y se le den organización donde de veras se respire un ambiente de justicia y paz.” Gobiernos anteriores pusieron parches a través de una cantidad de programas sociales con subsidios, donaciones de paquetes, mientras las maras seguían sangrando al pueblo y las élites se llenaron de riquezas. La modernización de la infra estructura puede ser necesaria, pero tampoco es lá solución. TRANSFORMACIÓN DE LA ECONOMÍA es fundamental. Una nueva visión económica para el país para que haya justicia y pueda brotar la paz duradera. Democracia no es organizar de vez en cuando elecciones, sino exige una verdadera participación de todos los sectores en el análisis de la sociedad y la construcción de alternativas, sobre todo económicas. Exige transparencia en el uso de los fondos públicos, fuertes impuestos sobre la riqueza y toda clase de lujo. Exige combate frontal a la corrupción. Exige una verdadera lucha contra la evasión de impuestos de parte de quienes viven en riqueza. La libre organización de la población (desde donde vive, en sus sectores económicos y sociales, …) y el fomento de la búsqueda de cooperación, también con quienes no comparten el pensamiento dominante de gobernantes y sus estructuras, son caminos de solución. Sin un nuevo sistema económico generoso y justo para todos y todas, no habrá posibilidad para detener la violencia. La violencia del sistema económico injusto siempre generará otras formas de violencia.
Cada sociedad, en el norte y el sur, en el oriente y el occidente, tendrá que construir sistemas económicos justos, administrados política y judicialmente de manera justa. Así como la economía injusta (neoliberal) ha sido globalizada, también los esfuerzos por construir sistemas económicos justos debería de globalizarse. Observamos, sin embargo, que en la mayoría de los países no faltan los ríos de millones de millones de dólares anuales para el ejército, para comprar armas, tanques, aviones de combate,…. Observamos que los gobiernos tienen enormes reservas para “salvar a los bancos” en tiempos de crisis financiera. Pero vemos muy poco esfuerzo por transformar las relaciones comerciales por ejemplo entre países del norte y del sur. Comercio internacional justo es aún un sueño. Muchas veces los países miran solamente sus propias ganancias, no cuestionan los métodos injustos del comercio internacional, y cierran los ojos ante la explotación más cruel de las mayorías en el sur del planeta. Además no dudamos destruir la naturaleza en el sur para lograr nuestra riqueza en el norte.
Migrantes, los refugiados, los que buscan asilo huyen de situación inhumanas de violencia (institucional y represiva), de hambre y miseria tocan las puertas en los países del norte. Nos preocupa que están llegando, no somos la generación más acogedora de la humanidad, y no movemos un dedo para apoyar a los países del sur a través de relaciones comerciales justas. Y no faltan voces que dicen que hay que construir más y más muros. Compramos y vendemos sin problema (de conciencia) a países dictatoriales, donde se viola los derechos humanos, donde reina la corrupción de pocos. Cerramos los ojos mientras las relaciones comerciales nos benefician y nos garantizan niveles altos de consumismo (en todas las dimensiones de la vida). Con gusto producimos armas para vender a los países del sur, mientras nuestros políticos carecen de experiencia y conocimiento para construir la paz, diálogo sincero, visión mundial de una sola humanidad,…
Lo que Monseñor Romero llamaba un sistema satánico, en realidad es aplicable a la organización mundial de la economía, de la política. Los países del Norte del planeta aún se adueñan de la mayor parte de la riqueza producida en el mundo, mientras el mismo sistema empobrece las mayorías en países del sur. Ahí también han surgido países con economías fuertes y crecientes, jugadores importantes en el negocio internacional, pero siempre dentro del mismo sistema satánico. Mientras permitimos que unas cuantas personas se adueñan de miles de millones de millones de dólares, y al mismo tiempo millones de seres humanos mueren de hambre y no cuentan con la asistencia básica y sin ningún respeto a sus derechos humanos, seguimos alimentando ese sistema satánico.
Urge que desde las minorías de las Iglesias en el Norte tomemos conciencia de nuestra responsabilidad histórica, haciendo alianzas con iglesias en el sur, y hasta buscando diálogos interreligiosos, para combatir esos sistemas satánicos de muerte. No podemos callar. No podemos seguir sentados tranquilos sobre el bienestar y la tranquilidad lograda en países del norte. La única manera de garantizar el bienestar para más gente en el norte, es construir sistemas económicos justos, redistribuir equitativamente la riqueza producida, ampliar la mesa, ….humanizar el mundo. La paz, cosecha de justicia, en el norte, solo será posible cuando haya paz, fruto de justicia en el sur. No tengamos miedo para hacer pasos concretos.
Reflexión para el domingo 30 de abril de 2023. Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía durante la eucaristía del cuarto domingo de Pascua, ciclo A , del 16 de abril de 1978. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II, Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.421 – 422.
[1] Bloque Popular Revolucionario: una de las 5 organizaciones de masa en El Salvador.
[2] ORDEN. Organización paramilitar, promovida por el ejército, integrada por gente del pueblo, para controlar la población, para señalar posibles “subversivos” y para ayudar a los cuerpos militares a “limpiar” el país del comunismo. De esa manera habían engañado a la población.