Tenemos que tener en la tierra bien clavados los pies

“Son domingos estos, pues, de mucha importancia para nuestra instrucción cristiana y, sobre todo, para vivir con esperanza, con fortaleza y alegría, nuestra vida cristiana en la tierra.  Por eso, tenemos que tener en la tierra bien clavaos los pies; porque esta vida que Cristo trae a los hombres no es para arrancarlos de la historia,  sino para poner en el corazón del hombre, que hace la historia, la fortaleza cristiana con que todo hombre  tiene que ser un constructor de su propia historia.  Un cristiano que no viva la fuerza del Evangelio entre las realidades de la tierra es lo que llamamos un cristiano desencarnado, desubicado; mejor sería un ángel que un hombre,  El hombre, entre los cuales Cristo ha venido a poner su doctrina, su fe, su iglesia, es el hombre concreto, nosotros, que estamos en esta misa o a través de la radio, estamos reflexionando en la palabra de Dios hoy, en este último día de abril de 1978, aquí, en San Salvador o en los pueblos o cantones donde se está meditando esta palabra hoy.”

Monseñor Romero nos comparte su comprensión de la formación cristiana.  “Para vivir con esperanza, con fortaleza y alegría, nuestra vida cristiana en la tierra.”  Fuera de alegría (a veces muy emocional) del culto, no se observa mucha esperanza, ni fortaleza, ni alegría en la vida de las y los cristianos/as.  Claro, para la mayoría de nuestros pueblos la vida no es nada fácil, más bien es una lucha constante por sobrevivir, por exigir el respeto a sus derechos, por conseguir “el pan de cada día”, por una vida digna,….¿cómo ser cristiano/a lleno/a de esperanza, viviendo con fortaleza y alegría en esas situaciones?  No es nada evidente.  Más bien no pocos han caído en la tentación de la droga “religiosa”, de encerrarse en una religiosidad emocional apartada de la realidad, la tentación de separa la vida de la fe.

Por eso en esta homilía Monseñor Romero nos hace la llamada de “tener en la tierra bien clavaos los pies”.  Porque “esta vida que Cristo trae a los hombres no es para arrancarlos de la historia,  sino para poner en el corazón del hombre, que hace la historia, la fortaleza cristiana con que todo hombre  tiene que ser un constructor de su propia historia.”   De ahí que ser cristiano/a es una manera de vivir, una manera de hacer historia, una manera de relacionarse con las y los demás, una manera de construir comunidad, una manera de luchar por la justicia y la paz.   Monseñor no duda en desenmascarar a “cristianos desencarnados/as”: Esto no puede ser.   Una vivencia religiosa que no se expresa en esa manera cristiana de vivir queda muy ligera o “light”.

De ahí que la homilía debe ser puente entre la Palabra de Dios y las personas muy concretas, en el aquí y el ahora de la historia personal, nacional y mundial.  Cristo quiere hablarnos a cada uno/a personalmente en nuestra condición de vida.  Cristo nos habla y quiere hacerse presente en las circunstancias concretas en las que vivimos y por los caminos por donde queremos caminar.  Desde la segunda mitad del siglo pasado hasta ahora “el espíritu de la época” ha ido cambiando fuertemente.  Las sociedades empezaron a verse con otros lentes. Antiguos y nuevos procesos se cruzan y a veces chocan.  En cada situación cambiante (a nivel personal, familiar, comunitaria, nacional e internacional) la Palabra de Jesús – Dios encarnado – nos sonará de manera diferente.  Las exigencias evangélicas nos ponen ante nuevos retos que jamás hubiéramos sospechado en momentos anteriores. 

De ahí que la comunidad cristiana, la iglesia, está ante nuevos desafíos para dejarse iluminar y empujar por el Espíritu de Jesús. ¿cómo “vivir con esperanza, con fortaleza y alegría, nuestra vida cristiana en la tierra”, en las situaciones cambiantes?   En y desde Europa vemos con más preocupación la amenaza de (la tercera) guerra (mundial); la industria militar florece más que nunca; Los focos de violencia no se apagan en ningún continente; cada día oímos mejor el grito de la madre Naturaleza que hemos dañado y que seguimos hiriendo tanto;  las migraciones nos obligan a romper con nacionalismos egoístas y a construir sociedades multiculturales;  Escuchamos las llamadas urgentes por respetar y valorar las diversidades mucho más que las igualdades en el sentido de uniformidades;  al mismo tiempo sigue la lucha por la igualdad en derechos para cada ser humano.  Pero también a nivel personal y familiar, en tiempos de salud y tiempos de enfermedad, en tiempos de nacer y tiempos de morir, en tiempos de fiesta y tiempos de tristeza o soledad.   En una cárcel, en una abadía, en un hospital o en un asilo, en tiempos de guerra o tiempos de hambre, …..  La Palabra de Dios siempre nos pondrá ante nuevos desafíos para que estemos con los pies bien clavados en la realidad muy concreta.

La escucha de la Palabra de Dios nos invita a reflexionarla (y practicarla) en la situación de vida de cada familia, cada comunidad, cada municipio, cada país, cada continente y a nivel mundial.  Esas situaciones particulares son como cajas de resonancia de la Palabra de Dios.  Desde nuestros problemas, dudas, alegrías, logros, fracasos, decepciones, desde nuestras heridas (de ayer y de hoy), desde nuestra esperanza,….somos invitados a preguntarnos: ¿qué es este mensaje (por ejemplo del texto bíblico, o una cita de Monseñor Romero) para mi (nosotros) hoy y aquí? ¿cómo estoy en relación con ese Dios, Padre nuestro?  ¿Qué significa el camino de Jesús y el seguimiento para mi hoy y aquí en la realidad que vivo?

Recordemos que para Dios nunca estaremos “descalificados” o “rechazados”.  Especialmente en situaciones críticas es importante acordarnos de la parábola del Buen Padre o después del abandono de parte nuestra o al tomar en cuenta que hemos fallado, la palabra de Dios siempre nos acogerá y nos hablará para darnos “esperanza, fortaleza y alegría”, consuelo, ánimo, …

No es por gusto que Jesús nos ha dicho que donde hoy dos o tres reunidos en su nombre que ahí Él estaría (Mt 18,20).  Si podemos compartir la lectura, la escucha de la Palabra de Dios, en familia o en comunidad, o caminando con un amigo/a, se expresará con más profundidad. Nos ayudará a abrirnos más a esa fuerza de Vida que nos ama y nos llama.

Reflexión para el domingo 14 de mayo de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del sexto domingo de Pascua, ciclo A , del  30 de abril de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.447.

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