Aleluya

¡Feliz jueves! De las pocas palabras que se ha instalado en nuestro vocabulario y que nos muestra un sentido de alegría y esperanza, 'aleluya' es la más utilizada. Por ello, también los compositores clásicos se han hecho eco de ello y la han utilizado también profusamente. Nuestra compositora de hoy también ha compuesto una obra alrededor de este tema en un intento de poner esperanza en una tierra necesitada de ella, por lo menos en tiempo en que fue compuesta la obra.

Se trata de Sofia Gubaidulina (1931), compositora tártara nacida en Chistopol. Es una compositora que se ha obsesionado con las otras caras de la música, no solo la habitual e incluso ha llegado a componer una cadenza para el director de orquesta. En Moscú estudió con Shebalin y, tras darse a conocer sus composiciones, fue calificada como una compositora «irresponsable» que iba «por un camino erróneo». Shostakovich, uno de sus mentores, la invitó a seguir por ese camio equivocado. Su música es muy particular, con connotaciones religiosa de diversas procedencias, pero siempre profunda. «Soy una persona religiosa... y por 'religión' entiendo re-ligio, un re-vínculo de un enlace... restaurando el legato de la vida. La vida divide al hombre en muchas partes... No hay ocupación más importante que la recomposición de la integridad espiritual por medio de la composición de la música». Esas son las palabras de la compositora sobra cómo se aproximaba a la música religiosa. Vamos a comprobarlo ahora.
Vamos a escuchar su obra titulada Alleluia. Se trata de una composición de 1990 que fue un encargo del Festival de Berlín. Está orquestada para coro y una gran orquesta, con unos cuantos instrumentos de teclado y la composición está llena de contrastes, con violentas explosiones de las cuerdas. Los cinco primeros movimientos se centran solamente en la palabra 'aleluya' (alliluija en el original de Gubaidulina). El sexto tiene por texto la palabra vjeruju que es más o menos la traducción de 'credo' y que ella se llega a un imponente clímax lleno de poderío. Finalmente, el séptimo movimiento (Da ispolnjanatsja usta maja) es una alabanza a Dios en boca de un niño soprano, hasta hacer que la música se extinga de la forma más asombrosa y a la vez serena y llena de luz.
Nosotros vamos a escuchar los movimientos 3, 4 y 5 en la interpretación del Coro Nacional de la Radio Danesa y la Orquesta Sinfónica Nacional de la Radio Danesa dirigidos por Dmitri Kitajenko.