Bach, preludio y fuga BWV 550



¡Feliz domingo! ¡Vaya obrón del maestro de Leipzig tenemos hoy! Son poco más de siete minutos pero, ¡vaya minutos! Yo creo y afirmo que para mí la característica que más define a Bach es la sorpresa. A mí siempre su música me sorprende por un motivo o por otro. Las haya escuchado pocas veces o muchas, sean más conocidas o menos, siempre vemos en ella algún aspecto que nos mueve a la sorpresa. La obra de hoy no solo sorprende sino que nos deja con la boca abierta.

Un día más viene a hacer más llevadero este día Johann Sebastian Bach (1685-1750), maestro maestrísimo alemán nacido en Eisenach. Hoy día para conseguir música lo tenemos facilísimo. Cuando el joven Bach, con treinta años, fue nombrado organista en Arnstadt descubrió que su conocimiento del órgano no estaba completo si no escuchaba y aprendía del que por la época era el mejor organista: Dieterich Buxtehude. Así que caminó unos 300 kilómetros para escucharle en Lübeck, que era organista (con 68 años) de la Marienkirche. Permaneció mucho más tiempo porque quiso conocer los famosos «Abendmusik» que tenían lugar en Adviento, por lo que, en contra de sus superiores, decidió quedarse en la localidad para así tener un conocimiento más completo de lo que hacía Buxtehude. De allí se trajo un pequeño «virus» mediante el cual comenzó a componer variaciones corales, algo que parece fascinó al público de Arnstadt cuando el maestro volvió a su puesto.

Este genio nos ofrece hoy el Preludio y fuga en Sol Mayor, BWV 550. Precisamente es posible que fuese compuesta en su última etapa de Arnstadt, mientras era organista de la Neue Kircke. Es una verdadera obra de arte en cuanto a contrapunto y estructura, escrita de forma imponente. Se abre con un tema alegre, que se desarrolla alrededor de cuatro notas, a menudo imitado en las armonías de la mano izquierda. Todo se va preparando para que poco a poco nos vayamos preguntando qué nos tiene guardado el maestro para la fuga. Esta se abre con un jubiloso sujeto con un ritmo «alla breve» que es una maravilla. La obra está llena de energía que parece se va concentrando en un momento climático, algo que no llega sino que no hace más que iluminar el implacable ritmo. Una obra que es pura luz musical.

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Harm Woltjer al órgano Schnitger de la Martinikerk de Groningen (Holanda).

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