Marcha heroica

¡Feliz viernes! Nuestro maestro de hoy era un verdadero mago en todos los géneros a los que se enfrentaba. Aunque en su tiempo las pasó canutas su música ha quedado felizmente para nuestra maravilla y deleite. Hoy tenemos un nuevo maravilloso ejemplo.

Hoy nos hará disfrutar Franz Schubert (1797-1828), compositor austríaco nacido y fallecido en Viena. En el verano de 1822 contrajo la sífilis debido a su promiscuidad. A final de año empezaron los síntomas, tantos físicos como psíquicos. Se sentía la persona más desgraciada de la tierra, sabiendo que su salud nunca se recuperaría y que, a partir de ese momento, la vida solo le traía dolores y penas. Decía que cada noche, al acostarse, deseaba no volver a levantarse puesto que cada mañana solo hacía recordar las desgracias del día anterior. La enfermedad entró en una especie de latencia hasta finales de 1827. Durante ese tiempo se dedicó beber y a tener una vida autodestructiva. La sífilis volvió a dar la cara para, finalmente, llevárselo a la tumba a una edad muy temprana.
De Schubert vamos a escuchar su Grande Marche Héroïque, D. 885. Fue compuesta para le coronación de Nicolás I, el zar ante quien Liszt tocó una marcha húngara. La obra está escrita para piano a cuatro manos. Es una composición de una larga extensión con un carácter plenamente romántico, algo esperable en este tipo de obra, aunque no se conoce exactamente por qué el maestro se vio en la necesidad de componer una obra como esta. Por encima de las razones que sean, se trata de una obra muy disfrutable.
La interpretación es de Christoph Eschenbach y Justus Frantz.