Música para los santos arcángeles



¡Feliz viernes! ¡Y feliz día de tu santo si te llamas Miguel, Gabriel, Rafael o sus correspondientes femeninos! ¡Espero que pases un buen día! Buscando música para el día de hoy, para esta festividad, me he topado con esta obra que desde el principio ha cautivado mis sentidos, por su fuerza, por su profundidad, por su modernidad, por su técnica. Espero que lo haga contigo. Creo que nunca he traído nada de este maestro así que vamos a darle la bienvenida como se merece. ¡Espero que aparezca más por aquí!

Te presento a Bengt Hambræus (1928-2000), compositor sueco nacido en Estocolmo. Es la figura más importante de su país en la música de la posguerra. Su obra destaca por la producción para órgano, de la que era un gran maestro. Incluso el mismísimo György Ligeti reconoció en Hambræus una gran influencia. Fue el primer compositor sueco en componer una obra electroacústica. Con todos estos ingredientes se convirtió en el compositor nórdico (no solo sueco) más vanguardista. Es estableció en Canadá y allí tuvo oportunidad de tener acceso a las nuevas tecnologías para aprovecharse de ellas en sus obras. Era también un erudito y escritor. En este sentido, escribió una gran cantidad de artículos y libros, que van desde las transcripciones de Bach y Buxtehude por parte de Stokowski a las reminiscencias de las escuelas de verano en Darmstadt así como sobre la práctica musical del siglo XX.

De este maestro te propongo disfrutar de su poderoso Motetum archangeli Michaelis, para coro y órgano. Fue un encargo de la Iglesia de Santa María de Estocolmo por el aniversario de su coro; fue estrenado en 1967. No hay voces solistas sino el coro con su masa y su fuerza. El texto es una paráfrasis de la liturgia de san Miguel. Lleva el subtítulo «Omaggio a Edgard Varèse» y por tanto, pretende homenajear a esta gran maestro del siglo XX, a quien Hambræus siempre admiró. Precisamente recuerda a «Desiertos» de Varèse en las intervenciones del órgano, con sus vastos vacíos tanto material como personal. El compositor compone una obra, llena de diversos ambientes y técnicas corales, con un ambiente apocalíptico, semejante a la visión del arcángel san Miguel a la que se refiere el texto y la liturgia.

La interpretación es de Mattias Wager (órgano) y el Erik Westbergs Vokalensemble.

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