Sonatas del Rosario (Dolorosos - 5)



Terminamos hoy el ciclo de los misterios dolorosos del rosario que nuestro maestro de los viernes nos ha ido desgranando poco a poco. Como puedes ver, a pesar del paso de los siglos, no han cambiado ni siquiera los misterios. Aunque se han introducido nuevos pero los que ya estaban siguen estando. Se trata de una tradición antigua más que conserva la Iglesia.

Ese maestro de los viernes ya debes saber que es Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1704). Cuando compuso las Sonatas del Rosario lo hizo de forma pionera ya que nadie lo había hecho anteriormente. Estamos en presencia no solo de una obra fundamental sino fundante. Y es fundante también desde el punto de vista del repertorio violinístico. Biber inauguró la técnica del violín polifónico que luego retomarían otros maestros como Bach, Enesco, Bartok y otros compositores de Europa del Este.

Para terminar estos Misterios Dolorosos ya sabes que el quinto de ellos es La crucifixión del Señor. La scordatura del violín (ya sabes, esa forma distinta de afinar sus cuerdas) es: sol - re - la - re, es decir, solo baja un tono la cuerda más aguda. Lo primero que escuchamos en esta sonata es un preludio en el que el violín toca de forma percutiva, martilleante, tensa, en el que el violín crispa el ambiente. El aria posterior (con variaciones) calma inicialmente el ambiente, aunque tiene momentos más movidos. Finalmente, termina con unos embellecimientos rápidos y agitados del violín que los estudiosos han indicado como describiendo el momento en que Cristo fue crucificado, con la consiguiente oscuridad y terremoto.

Las partes de esta sonata, en sol menor, son: Praeludium 1 - Aria, Variatio 1-2, Variatio 3 (Adagio), Variatio 4-5.

Como siempre, la partitura manuscrita en color de las sonatas la tienes aquí.

Aquí tienes esta maravilla sonora interpretada por Maya Homburger (violín) y la Camerata Kilkenny.

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