Homilía del obispo de Caacupé, Claudio Giménez, ante una multitud que peregrinó en el día de la Inmaculada Concepción La Iglesia en Paraguay consideró que Lugo tiene una actitud "ambigua y hasta complaciente" ante la violencia y el delito

(Patricio Downes) La Iglesia Católica sostuvo que los paraguayos están agobiados por los asaltos, secuestros, acción de grupos armados, ocupación de tierras y narcotráfico. En su homilía, el obispo de Caacupé, monseñor Claudio Giménez, dijo a los peregrinos que ante el delito y el crimen el Gobierno permanece en una actitud "ambigua y hasta parece ser complaciente". Agregó que el gobierno que encabeza el ex obispo católico Fernando Lugo envió víveres y atención sanitaria a los ocupantes armados de las tierras de Teixeira, un propietario paraguayo. Giménez advirtió que "sin poder de conducción clara" peligra la gobernabilidad. También habló de ser independientes y "no caer en otras manos", en aparente alusión al venezolano Hugo Chávez, según el diario ABC de Asunción, en su edición de hoy.
En su homilía, el obispo cordillerano habló de tres puntos que preocupan a la Iglesia: la inseguridad, la familia y la falta de trabajo. En ese sentido, sostuvo que cuando falla la familia y no hay trabajo, necesariamente proliferan los asaltos, los grupos armados, los secuestros, invasiones, el narcotráfico y la falta de paz.
¿Y qué tenemos que hacer? se preguntó y resaltó que si la gran inseguridad social, si sigue creciendo, y algunas veces incluso ante una autoridad que hasta parece ser complaciente o ambigua, "no sabemos qué hace, sin poder de conducción clara, apeligra la estabilidad del propio Gobierno".
Otro tema por el que manifestó preocupación fue la falta de trabajo. Al respecto, puntualizó que el Estado y las organizaciones privadas, especialmente aquellas personas más pudientes, deben proponerse la superación de este gran vacío, fuente de muchos males en la sociedad. "Alguien o algunos, y no solo el Estado, deben asumir la misión de crear fuentes de trabajo para muchos. Y alguien o algunos deben preocuparse de motivar a todo el pueblo a amar el trabajo, para que surja una cultura del trabajo en nuestro país. ¿Quién toma la bandera y lanza una campaña duradera que presenta al trabajo como tema central de una educación que ha de empezar con los niños?", propuso.
Seguidamente enfatizó que hay emprendimientos exitosos que alientan los desafíos. En ese sentido, mencionó "El sonido de la tierra". Es impresionante lo que hacen en los niños y jóvenes y a los mayores. "Un techo para mi país", "Paraguay a todo pulmón", entre otros.
Y al oponerse al matrimonio homosexual, señaló que "vivimos en una sociedad con signos diversos de decadencia moral", dijo, y anunció que el año 2012 será declarado Año de la Familia, para enaltecerla y revalorizarla. "Muchas cosas se hacen al revés: los hombres con los hombres, las mujeres con las mujeres, los menores como objetos de placer de los adultos, las familias desarticuladas y dispersas, los padres ausentes y los hijos solos, manejándose como pueden, sin orientación alguna y carentes del calor de hogar: hombres y mujeres del futuro, que desde la cuna crecen sin ternura, sin formación, sin rumbo", dijo.
Remarcó que si pretendemos construir una sociedad nueva, un Paraguay nuevo, la familia como Dios quiso desde un principio, debe ser tomada muy en serio. "No se la puede, no se la debe manipular jamás. Ojalá que nuestros representantes en el Congreso no duden de estas cosas, salvo que quieran suicidarse, porque es un suicidio. Salvo que optemos por una sociedad decadente y absurda, sin sentido y sin futuro", insistió y la feligresía presente respondió con aplausos.
"O vivimos en familia o andamos solitarios y desprotegidos. Así como está la familia actualmente en nuestro país, sinceramente da mucha pena. Nunca ha estado tan dispersa e indefensa. Les anuncio: los obispos hemos decidido en nuestra última asamblea que el año 2012, será Año de la Familia en todo el Paraguay. Haremos todo lo que está a nuestro alcance para enaltecerla y revalorizarla como bien se lo merece, evangelizándola de nuevo y en profundidad. La Iglesia debe ser una gran familia", señaló.
"Estamos recordando el próximo año el Bicentenario de la Independencia de nuestra patria. De qué vamos a independizarnos ahora, es la pregunta", dijo en una parte de su homilía el obispo de Caacupé, Mons. Claudio Giménez, arrancando los aplausos de los feligreses. Monseñor Giménez pidió a los paraguayos centrar la atención en los valores que resaltan los símbolos patrios, el escudo nacional y el Himno: como la libertad, la paz y la justicia, que son valores evangélicos, que deben impregnar la convivencia.
"¡Queremos que Paraguay sea libre, pacífico, en justicia, con un pueblo unido en equidad; realmente independiente; una nación soberana! No salir de un país e ir a caer en otra mano. Hoy tenemos que tener una posición propia, una personalidad propia como nación. No me resulta nada simpático zafarme de un regazo e ir a caer en otros regazos. Queremos que Paraguay sea un país libre y unido. No ha de haber ni un solo paraguayo que pretenda lo contrario", resaltó el obispo cordillerano.
Por su parte, el presidente Fernando Lugo dijo ayer que las críticas son "como antes y como siempre constructor de ciudadanía aparte de impulsor de la fe y la esperanza". En un mensaje escrito con motivo de la festividad de la Virgen de Caacupé, minutos antes del inicio de la misa central, se excusó por no asistir a la fiesta mariana (tampoco había ido el año anterior) por las restricciones impuestas a consecuencia de la última sesión de quimioterpia como parte de la lucha contra el cáncer linfático que padece.
En segundo lugar, expresó su gratitud a la madre espiritual de los paraguayos "porque en todo momento su presencia mariana acompañó mis oraciones en el camino de mi lucha por recuperar las condiciones plenas de salud y solo me resta hoy decirle gracias como el más humilde de los peregrinantes".
Como cada año, miles de paraguayos se han llegado hasta el santuario de Caacupé para tributar su fe a la Virgen Serrana, expresó y agregó que "esta fiesta como siempre es un llamado a la unidad y la esperanza del pueblo paraguayo y ese mensaje debe ser comprendido como un gran impulso al fortalecimiento de los valores, de la familia y de la construcción de una nueva sociedad que se funde en la solidaridad".
"Debo expresar mis respetos y valoración a la tarea de la Iglesia y sus pastores que desde el púlpito de Caacupé manifiestan su palabra comprometida con la suerte del pueblo paraguayo, por lo cual tanto en sus valoraciones como en sus críticas este mensaje es como antes y como siempre constructor de ciudadanía aparte de impulsor de la fe y la esperanza". Finalmente, manifestó que pedirá a la Virgen que recupere la plenitud de sus fuerzas y prometió redoblar sus esfuerzos para impulsar el cambio.

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